Entrevista exclusiva 24CON

"El rock apostó a la paz"

El periodista del rock, Alfredo Rosso, recordó cómo se vivió la guerra de Malvinas en el mundo de la música. ¿Cómo se los ayudó a los soldados?

El 16 de mayo de 1982, el estadio Obras se colmó de gente. El "Festival de la Solidaridad Latinoamericana” congregó a 60 mil jóvenes en un encuentro musical con el motivo de recaudar alimentos, que serían destinados a los soldados que luchaban por la patria… allá, en las islas Malvinas.

Fue toda una respuesta del rock más o menos joven que ya estaba pisando fuerte en la escena local. Fuerte, como también la pisada del monstruo de la guerra que cantaba allí mismo un tal León Gieco. Porque días atrás, a principios de abril, la noticia de la toma de las islas llegó por sorpresa al país entero. Y también a los productores de las radios, quienes desde ese entonces tendrían absolutamente prohibido pasar música en inglés.

 

Al respecto, Alfredo Rosso, periodista del palo y de renombre, habló con 24CON y recordó el clima que se respiraba. “Los militares tenían esa decisión ya jugada. Pero el rock nacional apostó a la paz, como siempre lo hizo. Hubo gente que desató sospechas por el evento de Obras y eso fue una picardía. Porque ese día todo el mundo coreó un grito de paz, nadie justificaba la guerra y el festival era en apoyo a los chicos. Además, sabemos muy bien que los alimentos que se habían recolectado fueron secuestrados por delincuentes vestidos de verde”, ironizó.
 

El movimiento rockero de ese año estaba en constante agitación. El grupo Virus se mantenía inamovible de los rankings, Serú Girán estaba en plena disolución, Luis Alberto Spinetta deleitaba a todos con Jade, y a su vez sobrellevaban su vigencia los pesos pesados que acarreaba la década anterior, como Gieco, Litto Nebbia, Ricardo Sulé, Edelmiro Molinari, Javier Martínez y Raúl Porchetto. Sin embargo, los más nuevos comenzaban a emerger simplemente, haciendo. Como los nombres de dos pelados y un insipiente eco: nada más y nada menos que los, por entonces ignotos, Carlos (Indio) Solari y Luca Prodan.

Mientras tanto, Argentina no “estaba ganando” como decían algunas tapas de revistas de la época. La locura de enfrentar a Inglaterra había provocado la indignación de todos, y las banderitas que muchos habían flameado saludando a las tropas en su partida, iban conformando una de las imágenes más nefastas de esa historia que implicaba “hacer patria”. Las Malvinas seguían “siendo argentinas”, pero bajo manos inglesas. El saldo se conoció luego: Casi 650 soldados muertos y cientos de ex combatientes con serios daños de por vida.

Después de la rendición del 14 de junio y con el regreso de las tropas, la música seguiría luchando con las mismas convicciones. “La atención de la gente estaba en la última etapa de la dictadura. Se comenzaron a abrir bares y empezó a circular con fuerza la música nacional. Además, ahí el rock se mezcló con el folklore y el tango. Fue una época muy rica y emocionante, siempre digo que fue la misma sensación que a uno le provoca tener la primera relación con una chica”, comenta Rosso.


En un noviembre primaveral y días antes de la asunción del reciente ex presidente difunto, Raúl Alfonsín, la movida rockera volvió y con más fuerza. El cuarto festival Buenos Aires Rock (Barrock), también en Obras, citó nuevamente a miles de jóvenes.

“Fue muy importante lo que significó en términos de reencuentro. Y eso fulminó con el advenimiento de la democracia. Más allá del drama que provocó percatarnos de los muertos que teníamos que llorar y de todas las consecuencias de la guerra. Pero ya desde el 15 de junio nos habíamos dado cuenta que se abría una nueva etapa”, reconoció el periodista. Y agregó: “Hubo todo un cancionero post Malvinas, de esperanza y de hartazgo a la vez, como el tema de Horacio Fontova ‘Me tenes podrido’ o ‘Represión’ de Violadores.”

En pocos meses afloraron agrupaciones como Menphis la Blusera, Los Ratones Paranoicos, Los Twist, Daniel Melero, y así los géneros continuaban degenerándose y absorbiéndose unos a otros. Luego se produjo la llegada de la tropa rosarina, como Juan Carlos Baglietto y Fito Páez.

“Todo el arte vivió un gran espaldarazo; como el folklore, porque por ejemplo había vuelto del exilio Mercedes Sosa. Y otras formas artísticas también, como el teatro abierto. Fue una sensación de optimismo generalizada.”, concluyó Rosso.