El hospicio del terror I

El día que los perros se comieron un interno

En Open Door las tragedias se diluyen en el silencio. Los controles no alcanzan y los perros hambrientos y furiosos se entremezclan con los internos.

Un interno deambulaba por la zona de los pabellones de geriatría del centro asistencial del partido de Luján. No estaba solo. Las 600 hectáreas del hospital Cabred también son "usurpadas"por otros huéspedes que llegan de la calle y el hambre. Son los perros abandonados a la buena de Dios y de nadie, que se vuelven salvajes de puro hambre nomás. A veces se acercan a lamer la mano de algún alma generosa. Otras veces son salvajes. De los que atacan.

 

 

Aquel día de abril de 2008 en que ese interno caminaba hacia ningún lugar, no pudo ver la jauría de cimarrones que se abalanzaron sobre él. Prácticamente, no se defendió. A raíz de las mordeduras, fue trasladado al Hospital Vicente López y Planes, de General Rodríguez, donde quedó internado y murió al día siguiente. El médico que intervino en la atención de urgencia del paciente, es el esposo de la presidenta de la Asociación Protectora de Animales de Open Door. A pesar de la tragedia, no permitió que sacaran a los animales del predio. 


 La lástima por el abandono se transforma en miedo. Así es la metamorfosis que se genera en Open Door, pero que se reproduce con ligeras variantes en otros manicomios. No pasa solo en los libros: allí también hay historias secretas, secretos oscuros, estigmas silenciosos.  A pesar de haber realizado una decena de denuncias previas sobre agresiones de caninos a pacientes, los perros salvajes que merodeaban el  predio de la colonia "Domingo Cabred", de Open Door atacaron a un paciente psiquiátrico, le arrancaron parte del cuello, los testículos y brazos, propinándole heridas mortales. Y nadie lo supo jamás.

 

Esa tragedia estaba en las antípodas de las que pudo haber imaginado un siglo atrás Domingo Cabred. Al igual que las ideologías, aquella colonia ideal del 1900 sufrió el mismo proceso: mutó su objetivo, las ilusiones se desmantelaron y lo que debería haber sido una organización autosuficiente, con campos sembrados, granja, talleres y con hasta su propia central termoeléctrica para producir electricidad, devino en un psiquiátrico casi abandonado, con pacientes que parecen náufragos en una isla perdida.

 

 

 

 

Médicos del equipo forense de General Rodríguez practicaron la autopsia al cuerpo de la víctima, identificada por la policía como Guillermo Quinionero, de 58 años, y residente en la colonia desde 2001. La pericia reveló que el cuerpo del paciente presentaba "mordeduras múltiples e importantes desgarraduras en cuello, testículos y en los miembros superiores". Intervino en el caso la fiscalía descentralizada 14, de la ciudad de Luján, a cargo de Leandro Marquiegui.

 

 

Nicolás Luna es sociólogo, Jefe de Servicio de rehabilitación y externalizacion asistida, conoce el Hospital desde el año 55. Prácticamente se crió ahí. Sobre los extraños sucesos que rodearon a la muerte del paciente devorado por los perros relato en exclusiva a 24CON: “Fue la primera vez en la historia, que una manada de perros lastimó a un paciente que terminó falleciendo. Acá, en otra época, había un medico veterinario, pero la gestión anterior lo echó”.

 

Además el Sociólogo Luna explicó: “Acá había

veterinario porque teniamos vacas, chanchos, caballos, gallinas y muchos perros. Se hacia un control de los animales. Es que la gente tira a los perros por la zona, y el perro se viene para acá, tienen lugar, andan otros perros, los pacientes les dan algo de comer, hasta rottwailers había acá, perros guachos. Entre enero y abril que fue lo del paciente, hubo 10 denuncias de pacientes que fueron trasladados por mordidas de perros, para sutura. Se venia avisando, hay perrada suelta, y no hacían caso, se tenia que hacer cargo la dirección y no tomaban ninguna medida. Está la causa penal porque hay 10 denuncias previas. Ese paciente en particular… es raro que el perro ataque si nadie lo jode... Este paciente tenía una bolsa de colostomía y creo que los perros se asustaron por eso...", justifica, o intenta comprender, una muerte absurda.