¿Un nuevo holocausto?

Sufren sin lágrimas, gritan sin voz

La prueba más dolorosa es la vivisección: la mutilación en vida para observar reacciones psicológicas. Además, los usan como experimentos para shampoos, cremas, espumas de afeitar y otros productos de cosmética.

“Nico” era un labrador mezcla con alguna otra especie menos conocida pero sobre todo, un perro de la calle. Era el guardían de uno de los tantos barrios sin nombre de la localidad de San Justo. Sus cuatro patas acompañaban el paso de cualquier vecino hasta alcanzar cuadras inimaginables para un can. Pero sin perderse, siempre volvía a su rancho. Era callejero por derecho propio, tal como dice la canción.

 

“Nico” era… porque dejó de ser. El paso de los años le había adelantado a tal punto su vejez que hasta un buen nadie más lo vio por el barrio, ni siquiera sus dueños, que vivían en un pequeño PH a mitad de cuadra. Su desaparición fue extraña, como si se lo hubiera tragado el asfalto. Después de mucho tiempo trascendió que “Nico” no había muerto, sino que había sido entregado a un centro asistencial para perros.

 

En aquél entonces un chico podía suponer que se había ido al cielo. Un adulto, tal vez podía imaginar lo que le pasaría en la tierra. ¿Qué harían con él? ¿Dónde estaría? Al igual que su destino, su suerte pendía de un hilo. Allí podría tener un cuidado ejemplar y ser alimentado hasta que llegara su hora o por una desdicha imprevisible, podría ser llevado a un laboratorio.

 

Lo único que todos supieron en el barrio sin nombre, es que “Nico”: Había sido entregado…

 

 

La experimentación con mascotas que realizan los laboratorios científicos son una práctica habitual desde hace décadas. Cientos de animales son recogidos y llevados para ser sometidos a distintas pruebas.

 

En la actualidad, lo que se cuestiona fuertemente es que a raíz de los inmensos avances de la ciencia se lograron investigar métodos alternativos. Es por eso que los organismos que luchan para proteger a las especies gastan su sudor para poner un punto final a las torturas que se aplican sobre los animales en las experimentaciones.

¿Falta de moral o poco respeto por la vida? Es algo que aún muchos se siguen preguntando, mientras que otros explican que varios de los grandes avances científicos para prolongar la vida humana se debieron a estas pruebas desgarradoras.


“Se experimenta con animales porque son baratos. El proceso tiene varios pasos: los laboratorios inventan la droga, se las aplican y después de la prueba pueden determinar para qué puede servir en los seres humanos”, dijo a 24CON el cirujano y proteccionista José Luis Rodríguez.

Además, sus palabras dan cuenta de lo peor de la miseria del hombre: “También se hace con humanos para saber qué puede ocurrir; cómo puede reaccionar. Muchos de ellos no saben a qué se someten porque lo implementan en personas de muy bajos recursos en África. Los grandes laboratorios de Estados Unidos donan allí drogas, que no están totalmente probadas, para determinadas enfermedades, y después verifican la reacción”.

En Argentina, la experimentación con animales para fines científicos, al parecer, no es implementada a tal nivel como ocurre en Europa y Norteamérica. Aunque, no todo es color de rosa. O por lo menos así, explicó a 24CON la activista vegana Evangelina Lemos: “Me comentaron empleados del Zoonosis de San Martín es que hace unos cuantos años atrás venía gente de la Fundación Favoloro a buscar perros para experimentar”.


A comienzo de siglo, la comunidad científica oficial demostró preocupación por el tema. Por lo que comunicaron que la experimentación se hace bajo los protocolos del cuidado de las especies. “No queremos que sufran sin necesidad, propiciamos siempre el cumplimiento de normas de bienestar animal”, dijeron.

 

Las pruebas que se realizan son diversas y para distintos fines. En casi todas, los animales son sometidos a dolorosas torturas. Una de las principales es la vivisección, es decir, operaciones quirúrgicas con animales vivos para fines psicológicos. Otras, son simplemente para comprobar reacciones químicas. Como enjaular a monos en espacios herméticos y sacarlos una sola vez al día para introducirles droga en su estómago por medio de un tubo. O darles grandes cantidades de fármacos para saber cuál es su capacidad máxima de subsistencia, hasta que llega su muerte. O aún más cruentas, como impregnar soluciones químicas en ojos de conejos, además de sostenerle las pupilas con pinzas para que ni siquiera lagrimeen. Y hasta las menos pensadas pruebas forman parte de la lista tan experimental como desgarradora.

Pero ¿es necesario que se derrame tanta sangre para la salud del hombre? Según Lemos, “para cada tipo de testeado que realizan los científicos, hoy existe un método alternativo. Hay que aprovecharlos porque encima son muchísimos. Tenemos el conocimiento de hacer las cosas de tal manera de no perjudicar a otro ser vivo”. Una paradoja.


El shampoo que no irrita, mata

Detrás de las investigaciones, las torturas y las muertes, además de estar la mano del hombre, está lo que él mismo consume. Al igual que la farmacológica, una de las mayores industrias en el mundo que paga la realización de esta clase de pruebas es la cosmética.

Aunque parezca un cuento de ciencia ficción, los productos de las grandes empresas multinacionales que compramos y usamos diariamente, esconden un proceso nefasto. Las pruebas se realizan con espumas de afeitar, colorantes, shampoos y dentríficos, entre otros. Así pueden comprobar cómo se irritan los tejidos animales, y en otras zonas de sus cuerpos. 

Insensibilidad, consternación, espanto, cosmética, ciencia y muerte, una mezcla impensable a raíz de la vida de animales “cosificados”, tal como dijo Lemos: “Cuando cosificas a un animal le podes perder el mínimo respeto”.

 

 

 

Los videos a continuación pueden afectar tu sensibilidad.

Si estas con un niño, por favor no lo veas.