¿Qué escondía el acuerdo confidencial Chevrón - YPF?

La Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal rechazó un recurso extraordinario de YPF, que buscaba evitar la difusión del acuerdo firmado con Chevron en julio de 2013 para extraer hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta. Debido a esta situación, mañana la petrolera cumplirá con el fallo y le entregará una copia del contrato al ex senador Rubén Giustiniani, que había iniciado la demanda. Antes de que eso suceda, la firma controlada por el Estado puso ayer el convenio a disposición de un grupo de periodistas, entre los cuales estaba Página/12, y respondió las consultas que hasta ahora había preferido evitar.

La Corte Suprema ya había aceptado la solicitud de Giustiniani en noviembre del año pasado, pero YPF presentó una copia del convenio con tachaduras para evitar la difusión de “información sensible”, lo que motivó un nuevo reclamo judicial. Una primera revisión del material realizada por este diario permitió confirmar que muchas de esas tachaduras lo que buscaban evitar era que se conocieran los nombres de las sociedades creadas especialmente para que Chevron pudiera ingresar al país la inversión comprometida sin que el dinero fuera embargado por los fondos buitre o por una serie de demandantes de Chevron por un conflicto originado en Ecuador, aunque también se tachó información referida a cuestiones comerciales que sólo parecieran ser de interés para la competencia o socios de YPF que ahora tal vez podrán quejarse de que a Chevron les otorgaron mejores condiciones que a ellos.

Además, los directivos de YPF aclararon ayer que el nuevo directorio de la compañía pidió una auditoria externa del contrato apenas desembarcó y no se encontró ninguna irregularidad.

La reunión comenzó a las 11 horas en el auditorio que YPF tiene en el piso 27 de su torre de Puerto Madero y se extendió por más de tres horas. A los periodistas los recibieron Daniel González, vicepresidente de Finanzas; Pablo Vera Pinto, jefe de Desarrollo de Negocios y Sebastián Mocorrea, vicepresidente de Comunicación. Una vez que todos se acomodaron llegó el jefe de abogados de la compañía, Germán Fernández Lahore, con los preciados documentos bajo el brazo.

“El estándar de confidencialidad que aplicamos en este contrato surge de una cláusula que es prácticamente la misma que usamos en todos nuestros contratos. No tiene nada raro y no es distinto a los que aplica normalmente la industria. No hay una confidencialidad adicional”, aseguró Daniel González, quien antes de poner la información a disposición de los periodistas hizo una exposición de los puntos clave del acuerdo con Chevron.

El directivo recordó que YPF firmó el 19 de diciembre de 2012 un primer memorando de entendimiento con Chevron y el 16 de julio del año siguiente cerró el acuerdo de inversión donde la firma estadounidense se comprometió a desembolsar unos 1275,6 millones de dólares. Este trato se cerró un día después de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner oficializara por decreto un nuevo régimen de promoción de inversiones petroleras. Aquella norma establecía que las empresas interesadas en desembolsar al menos 1000 millones de dólares en un proyecto hidrocarburífero podrían comercializar sin retenciones el 20 por ciento de lo producido a partir del quinto año de iniciada la inversión y además dispondrían libremente de las divisas generadas por la exportación de dicho porcentaje de crudo o gas.

Si bien era un decreto para el conjunto de la industria, tuvo como claro destinatario a la compañía estadounidense que a partir de entonces comenzó a desembolsar el dinero. A ese monto inicial, en 2014 le sumó 670 millones de dólares, el año pasado otros 640 millones y en el primer semestre de este año 215 millones, lo que implicó un desembolso total de 2800 millones de dólares en tres años. “Todo el dinero ingresó por el mercado único y libre de cambios a la cotización oficial, no hubo ningún dólar que entrara por el contado con liqui ni ninguna otra modalidad”, aclaró González, que de ese modo desestimó las versiones de que a Chevron le habían otorgado un tipo de cambio diferencial. De hecho, los 2800 millones de dólares se contabilizaron a un tipo de cambio promedio de 7,9 pesos.

El punto clave del acuerdo firmado en julio de 2013 fue la estructura de sociedades que participaron para “blindar”, según las palabras de González, los desembolsos de Chevron de los riesgos que suponían los fondos buitre, el juicio en Ecuador contra Chevron y, en menor medida, potenciales reclamos de Repsol, a quien se le había expropiado las acciones que tenía en YPF y todavía no se la había indemnizado. “Lo que no podíamos permitir después de cerrar esta transacción era que quedara un dólar atrapado en el medio del trayecto, que alguien nos manoteara la plata. Por lo tanto, se diseñó una estructura de transacción compleja con una serie de sociedades”, agregó González.

El esquema es el siguiente: YPF SA creó una sociedad uruguaya llamada Wokler Investment SA, la cual posee el 100 por ciento de una firma radicada en Bermudas denominada YPF Shale Oil Holding Ltd, que a su vez tiene el 100 por ciento de YPF Shale Oil Investment LLC, radicada en Delaware. A esta última empresa, Chevron le gira el dinero y de ahí va a parar directamente a la Compañía de Hidrocarburos No Convencional SRL, controlada por YPF Shale Oil Investment LLC, que era la que invertía el dinero en Loma Campana, donde posee el 50 por ciento de la concesión. Es decir, si bien en todo ese entramado de sociedades aparecía el nombre de YPF varias veces, fue un esquema armado para que ingresaran los dólares de Chevron, los cuales se sumaron a una inversión equivalente hecha por YPF, que no pasó por esa ingeniería financiera ya que el dinero de la petrolera controlada por el Estado argentino estaba en el país.

“Los dólares de Chevron entran de Estados Unidos directamente a la Argentina. No pasan por ningún paraíso fiscal. Las sociedades que están incorporadas en jurisdicciones distintas de Estados Unidos, que son las de Uruguay y Bermudas, ni siquiera tienen cuentas bancarias. No hay un solo dólar que pase por cuentas de ejecutivos de YPF, como también se dijo, ni por cuentas de paraísos fiscales. Ni Uruguay ni Bermudas son paraísos fiscales, pero más allá de eso, cada dólar llega de Estados Unidos directamente a la Argentina”, aclaró González, quien además mencionó que en su momento se le pidió a la AFIP una opinión vinculante sobre la estructura de capital de la operación para que sirviera como una certificación adicional. A su vez, remarcó que lo primero que hizo el nuevo directorio, designado ya durante el gobierno de Mauricio Macri, fue ordenarle a Deloitte que auditara los contratos de Chevron para confirmar que los dólares habían sido invertidos en Vaca Muerta y no encontraron ninguna irregularidad.

Muchas de las tachaduras existentes en el contrato que YPF ya presentó en la Justicia, y que ahora debe volver a presentar pero sin tachaduras, fueron realizadas para preservar esta estructura de sociedades.

Daniel González también aclaró que esa misma estructura de sociedades podría servir para girar dinero de Argentina hacia el exterior, pero aclaró que por ahora Chevron e YPF han estado poniendo recursos sin efectivizar retiros. “Por ahora, todos ponen. En el proyecto original nosotros preveíamos que en ocho y nueve años se iba a recuperar la inversión, pero hemos ido un poco más lento en cuanto a resultados, no en cuanto actividad, de lo que hubiéramos querido. Por lo tanto, ese período se va a alargar. No hubo por ahora ningún retorno hacia los accionistas, ni para nosotros ni para Chevron. Estamos a cinco o seis años de esa situación”, agregó.

Los directivos de la empresa también negaron que el contrato de julio de 2013 contemplara una cláusula donde se establecía que si Chevron se retiraba del proyecto una vez finalizado el plan piloto, lo cual no hizo, pudiera tener derecho a percibir “a perpetuidad” el 50 por ciento de la producción de los pozos que hubiera perforado junto a YPF en esa etapa, como había salido publicado en algunos medios en octubre de 2013. “Cuando terminó el plan piloto, Chevron tenía la opción de continuar o retirarse del proyecto. Si se hubiese retirado, habría tenido como retribución el 50 por ciento de la producción de los pozos perforados con su plata durante los 35 años que dura la concesión”, explicó Pablo Vera Pinto, jefe de Desarrollo de Negocios de YPF. “Ese hubiese sido el peor de los mundos para Chevron porque los primeros pozos son los peores”, concluyó González.

 Fernando Krakowiak para Página12