El Hombre de la Bolsa
Conocé la verdadera historia de este espíritu maligno que azota a la humanidad desde la larga noche de los tiempos. El Hombre de la Bolsa existe. Escalofriante.
"Si te portás mal te va a venir a buscar el hombre de la bolsa" es una amenaza desproporcionada para cualquier falta, especialmente si se trata de un niño. Además, no es bueno amenazar, ya que ignorantes en general del mundo del más allá, desconocemos que la llamada, el nombramiento de la entidad, es escuchado en el amplio espectro de la existencia y disponibilidad mediante, respondido.
Desde el principio de los tiempos, un caníbal fantasmal, perverso y demoníaco, viene reencarnado sucesivamente y sobrevolando las ciudades en busca de almas de niños, tiernas e inocentes. El Hombre de la Bolsa existe habitando seres vulnerables, despreciables y abandonados por la sociedad y, esto es real, no se trata de una historia de ficción.
Una de las resurrecciones más escatológicas del Hombre de la Bolsa fue Albert Fish, trabajador golondrina estadounidense que a principios del siglo pasado, tuvo seis hijos y paradójicamente nunca maltrato a ninguno de ellos.
Apodado por la prensa amarilla como "El hombre lobo de Wysteria", "El Hombre Gris", "El hombre de la bolsa" y El Vampiro de Brooklyn". Este viejecillo de rostro adorable decidió jubilarse de sus andadas escribiendo una carta que lo mandaría directo a la silla eléctrica. Se sentó, mojo con un temblequeo sutil de su mano derecha la pluma en el tintero y explicó con detalles a la madre de la pequeña Grace, de diez años de edad, que la fiesta de cumpleaños de la hija de su hermana a la que la había invitado, había sido sólo una excusa para raptarla, asesinarla, descuartizarla y comérsela en un guiso durante nueve días. Las últimas palabras de Albert en la silla eléctrica fueron: "Gracias, me harán sentir un shock eléctrico, un dolor que me llevará a la muerte y eso me gusta, muchas gracias".
Albert era afecto al dolor, principalmente el propio. En una radiografía de su pelvis realizada en la prisión, descubrieron que el septuagenario llevaba clavadas en su pelvis más de 30 alfileres, agujas y clavos; algunos desde hacía años, sólo para producirse dolor. Fish se llevó a su vida fantasmal un secreto aborrecible, nunca reveló el número total de sus victimas, aunque los expertos suponen que más de 100 niños fueron descuartizados y devorados por él.
El 16 de Enero de 1936 Albert fue ejecutado en la silla eléctrica. Pero el espanto no terminó ahí, ya que aquellas almas enfermas de odio permanecen aferradas al sufrimiento de la tierra. El mismo día, el mismo año, sólo 8 meses después de la ejecucución, el espíritu diabólico habría reencarnado al otro lado del planeta bajo el nombre de Andrei Romanovich Chikatilo. Posiblemente el peor asesino en serie de la Unión Soviética. Su actividad criminal lo llevó a realizar al menos 53 asesinatos. Fue conocido como el "carnicero de Rostov".
Vivía una doble vida, por un lado hombre casado trabajador y miembro de la sociedad comunista del momento, y por otro su lado oscuro dotado de gran habilidad para ganarse la confianza de los niños y disfrutar con impunidad de sus horrendos crímenes. Actuaba principalmente en estaciones de ferrocarril y de autobuses. Tenía propensión al destripamiento, la mutilación, el canibalismo y el sadismo. Fue descubierto en 1992 y comentaría más tarde: "Yo soy un error de la naturaleza, una bestia enfadada". El 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital, y ejecutado con un tiro en la nuca en la prisión de Moscú el 14 de febrero de 1994.
Sin embargo, aquellos que imparten justicia poco saben de fantasmas, o por lo menos lejos están de admitirlo. Cada ejecución libera al espíritu malvado para que vague libre en busca de un nuevo nacimiento y así, perpetuar la matanza. Probablemente hace aproximadamente 14 años ha nacido un niño, hoy seguramente será un adolescente vagando por algún lugar de este mundo. Quizás aún no ha empezado o tal vez ya sea demasiado tarde. Seguramente llevará una bolsa, un cuchillo y mucho, pero mucho odio.
Por eso ruego a los lectores que sepan comprender estas palabras y que se liberen, saquen de sus mentes la idea de llamarlo o de nombrarlo. No es bueno amenazar a los niños con El Hombre de la Bolsa, porque él vendra y sin duda cumplirá con la promesa.