"Era horrible, yo estaba completamente desencajada. Cuando pasás por la abstinencia, por la parte residual que te queda de las anfetaminas después de haberlas ingerido diez años, (la situación) es bastante parecida a la cocaína. Llegué a tener alucinaciones. Me despertaba y gritaba, y le pedía a mi mamá que me viniera a abrazar", relató Naza.
"Nunca voy a olvidar una mañana de 16 de noviembre: me desperté y sentía que me moría, que me explotaba el corazón. Me sentía una basura, pensaba: 'tenés a Gonzalo y a Bárbara (sus hijos mayores), y te vas a morir'. Me volví a dormir y, al despertar y darme cuenta que estaba viva, llamé a mi mamá y le dije: 'me estoy muriendo, vení a ayudarme'", continuó la rubia, quebrada.
Y agregó: "Yo era como una nena, había retrocedido muchísimo. Estuve a punto de recaer un montón de veces. Decían que estaba hecha un chancho, y era cierto, llegué a pesar 70 kilos. Llegaba al teatro y no me entraba la ropa. Buscaba anfetaminas hasta por debajo de las macetas".
Por último, comparó su situación con la de Ritó: "Al hacer ese sincericidio (de confesar sus adicciones), ella también estaba pidiendo auxilio, estaba pidiendo ayuda. Es como decir 'acá estoy yo, con todas mismiserias'", dijo.
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