Un culto, un misterio
La religión que todos temen
Aceptan a gays y transexuales, matan animales y hacen ritos mágicos. La gente les teme por sus rituales, y aunque admiten no creer en ellos, siempre se cuidan de los “maleficios”. ¿Quiénes son y cómo trabajan los hijos de Oxalá?
Misterios y enigmas. Todo resumido en una religión que no presenta más que eso, temor. La frase típica –“cuidado con aquel que es Umbanda y hace macumbas- sobrevuela las calles de cualquier barrio, al tiempo que aparecen las imágenes de gallinas degolladas y sangre por doquier; una realidad. Desde el lugar de ellos, de los Umbanda, se asoma gente que tiene secretos pero que vive de revelaciones. Y dicen: “todos tenemos el mismo Dios”. Ellos lo llaman Oxalá.
Lluvia, techo de chapas y ruido a frituras. El cerebro como una tabla rasa, listo para recibir nuevas experiencias. Detrás de lo cotidiano existen personas que practican, viven y sienten la vida con otras costumbres. Quiérase o no, los Umbanda tienen una doble vida, pero no en el sentido popular de “infidelidad”; según sus experiencias, ellos admiten que pueden incorporar un espíritu o varios, y que logran así adquirir conocimientos y habilidades para sanar.
“Todos nos temen porque hay mala información”, reveló Mae Graciela De Yemanjá, quien recibió en su templo de Don Torcuato a 24CON, justo en frente de Campo de Mayo, un lugar por demás misterioso. Ella admite que el desfasaje entre los no practicantes y los Umbanda lo provoca la matanza de animales, la pluralidad sexual y los “hechizos”. “La gente no le teme al Umbanda, a lo que en realidad se le teme es a la Quimbanda, que es la magia negra dentro de la religión”, contó De Yemanjá.
¿Pueden hacer daño con la magia?
Nosotros no hacemos daño, el daño lo pide la gente, nuestros espíritus no tienen maldad porque están en la tierra para elevarse y para ello tienen que hacer el Bien.
¿Podés manejar esa magia?
Si. De hecho yo manejo magia negra todo el tiempo pero para hacer cosas buenas.
¿Por qué matan animales?
Para hacer los trabajos. Es una ofrenda para que los santos me ayuden a curar. La gente le teme y está en contra de esto pero está decretado como valido, se nacionalizó. Tenemos el permiso de la Secretaría de Relaciones y Culto y lo hacemos para liberar un espíritu y ayudar a otro.
En las sesiones de Umbanda, los protagonistas no son ni los tambores ni las personas. Los espíritus copan el lugar. La macumba, término que bien utilizado refiere al redoblar de los tambores, prepara a lo que ellos llaman “incorporaciones”. Estas pueden variar según el grado que cada practicante tenga dentro de la religión ya que “son varios escalones para llegar a una total incorporación, en donde el espíritu ya no te deja ver, te controla totalmente”, aclaró Mae Graciela.
Cuando están poseídos, el baile y el canto aparecen como actitudes recurrentes. El tono de sus voces cambia. Ahora empiezan a hablar en portugués con origen brasileño, donde fue la cuna de Umbanda en el año 1500, y que es la tierra natal de los espíritus que se apoderan de los más perceptivos. “Estos, -aclara De Yemanjá- son prostitutas o mafiosos que no lograron el total ascenso”.
Lluvia, techo de chapas y ruido a frituras. El cerebro como una tabla rasa, listo para recibir nuevas experiencias. Detrás de lo cotidiano existen personas que practican, viven y sienten la vida con otras costumbres. Quiérase o no, los Umbanda tienen una doble vida, pero no en el sentido popular de “infidelidad”; según sus experiencias, ellos admiten que pueden incorporar un espíritu o varios, y que logran así adquirir conocimientos y habilidades para sanar.
“Todos nos temen porque hay mala información”, reveló Mae Graciela De Yemanjá, quien recibió en su templo de Don Torcuato a 24CON, justo en frente de Campo de Mayo, un lugar por demás misterioso. Ella admite que el desfasaje entre los no practicantes y los Umbanda lo provoca la matanza de animales, la pluralidad sexual y los “hechizos”. “La gente no le teme al Umbanda, a lo que en realidad se le teme es a la Quimbanda, que es la magia negra dentro de la religión”, contó De Yemanjá.
¿Pueden hacer daño con la magia?
Nosotros no hacemos daño, el daño lo pide la gente, nuestros espíritus no tienen maldad porque están en la tierra para elevarse y para ello tienen que hacer el Bien.
¿Podés manejar esa magia?
Si. De hecho yo manejo magia negra todo el tiempo pero para hacer cosas buenas.
¿Por qué matan animales?
Para hacer los trabajos. Es una ofrenda para que los santos me ayuden a curar. La gente le teme y está en contra de esto pero está decretado como valido, se nacionalizó. Tenemos el permiso de la Secretaría de Relaciones y Culto y lo hacemos para liberar un espíritu y ayudar a otro.
En las sesiones de Umbanda, los protagonistas no son ni los tambores ni las personas. Los espíritus copan el lugar. La macumba, término que bien utilizado refiere al redoblar de los tambores, prepara a lo que ellos llaman “incorporaciones”. Estas pueden variar según el grado que cada practicante tenga dentro de la religión ya que “son varios escalones para llegar a una total incorporación, en donde el espíritu ya no te deja ver, te controla totalmente”, aclaró Mae Graciela.
Cuando están poseídos, el baile y el canto aparecen como actitudes recurrentes. El tono de sus voces cambia. Ahora empiezan a hablar en portugués con origen brasileño, donde fue la cuna de Umbanda en el año 1500, y que es la tierra natal de los espíritus que se apoderan de los más perceptivos. “Estos, -aclara De Yemanjá- son prostitutas o mafiosos que no lograron el total ascenso”.