Desde el caso de Luciano Arruga, o el de Santiago Maldonado, hasta la reciente masacre, que quiso pasar como tragedia, en San Miguel del Monte, la sociedad ya conoce las más absurdas e indignantes excusas policiales que oscilan entre accidentes y heroicas defensas de las fuerzas de "seguridad", mientras que tan sólo son un tembloroso disfraz que busca camuflar el verdadero crimen del gatillo fácil que se encuentra detrás. Esto no parece ser casualidad ya que según la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), cada 21 horas hay un nuevo caso con estas características. Hace unos días, esta violencia sistematizada y extrema de "disparar primero y preguntar después" se tomó una nueva víctima.
Diego Cagliero era músico, escritor, amante de la murga, y fanático de River. Él fundó la Agrupación Payaso Ortopedia junto con jóvenes de Martín Coronado, y también formó parte de la creación del Festival del Bonete y la Corbata, el cual es muy conocido en el barrio. Siempre le gusto el arte, e intentaba trabajar para la cultura de su pueblo cuando podía, incluso ayudando a construir la plaza que estaba enfrente de la escuela secundaria donde se había recibido. Diego tenía 30 años y esperaba su primer hijo.
La madre de Diego, Adriana García, en diálogo con 24con, relató estos aspectos de la vida de su hijo, para que se lo pueda identificar y reconocer fuera de la palabra con la que los medios eligieron describirlo: "delincuente".
"Yo lo único que quiero es que él, donde sea que esté, sepa que tiene una familia que va a seguir hasta las últimas consecuencias para limpiar su nombre y para que todo el mundo sepa quién era Diego" expresa Adriana, a la vez que anhela que cuando nazca su nieto, y crezca, pueda buscar la historia de su padre, sin tener que ver como lo definen criminal en la situación que le costó la vida.
El domingo 19 de mayo, Diego y sus amigos volvían del cementerio, de haber enterrado y despedido a uno de sus compañeros. Pasaron por un supermercado Día, ubicado cerca de la estación del partido de Tres de Febrero, a comprar provisiones para después ir a buscar unos bombos y ensayar con la murga que conformaban: "Los indestructibles de Martín Coronado".
El altercado en el local se dio entre los jóvenes y uno de los encargados, luego de que tuvieran que devolver parte de la mercadería porque no les alcanzaba la plata; lo cual, de todos modos, fue suficiente razón para que uno de los guardias de seguridad llamara a la policía reportando la confusa situación.
Los 8 amigos salieron del supermercado, se subieron a la camioneta ploteada con la sigla AySA, ya que uno de los chicos trabajaba allí, y partieron para su próximo destino, cuando comenzaron a escuchar una sirena cercana, y fueron interceptados por un patrullero.
Ante la inesperada aparición del auto de las fuerzas de seguridad, la camioneta se paró en seco, pero sin previo aviso y sin ninguna señal de amenaza, los policías empezaron a disparar, dejando a uno de los jóvenes herido, y cobrándose, de manera inmediata y con un disparo en el pecho, la vida de Diego Cagliero.
Este asesinato a sangre fría se vio escondido detrás de titulares sobre una "espectacular persecución" y un "tiroteo entre policías y delincuentes", basados en la supuesta "versión oficial" tomada de la policía Bonaerense, que salió a asegurar que la muerte de Diego había sido en el marco de una persecución a un grupo de ladrones que venían de realizar un asalto.
Incluso la narración ficcional de esta fuente incluía unas teorías que oscilaban entre que el grupo de 8 jóvenes habían comenzado a disparar y que en la camioneta se habían encontrado armas o que habían robado una importante suma de dinero de Aysa o, en su defecto, que había sido sustraída del supermercado.
En tan solo unos días, este crimen policial fue convertido en un hecho heroico, mientras que Diego fue etiquetado de "delincuente", ya que ningún medio pensó en siquiera cuestionar las fuentes. Hasta el propio intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela (Cambiemos), difundió y celebró en sus redes sociales la noticia, mientras le daba una palmada en la espalda a las fuerzas policiales.
Si bien el intendente Valenzuela, por pedido de Adriana, recibió a la familia y le dio sus condolencias, el tweet que avala el accionar policial sigue estando en las redes, y los allegados de Diego siguen esperando esa rectificación: "El poder que tiene la palabra es muy fuerte, y más si aseguras algo siendo un referente público. En el enunciado decía ?murió un delincuente', y Diego tiene nombre y apellido. No queremos solidaridad, queremos que cumplan con su trabajo."
Los familiares del joven marcharon el 25 de mayo junto a la gente que lo quería, desde la plaza de Martin Coronado hasta una comisaría de Tres de Febrero, donde prestan servicio los policías denunciados, para exigir justicia: "Las personas que se tienen que encargar de asegurarnos, se convierten en las que nos dan desconfianza, nos generan temor e inseguridad. Ellos, que estaban destinados a cuidarnos, mataron a mi hijo" expresa Adriana.
"Me di cuenta de que tengo un propósito y es asegurarme de que esto no vuelva a pasar" sostiene la madre de Diego con un dolor inexplicable, pero buscando la fortaleza para seguir adelante, no sólo por su hijo, sino también para que haya un país más justo y que este caso, que no es aislado, no pase desapercibido: "Diego está presente, él murió cantando y queremos que su voz se siga escuchando".