El barrio hecho "a mano" que quedó aislado de todo
Palangana nació con el esfuerzo de sus habitantes. "Un camión de tierra vale $300. Compramos varios y hacemos una calle", explicaron a 24CON. Se cuelgan de la luz y no entra la policía ni el basurero
El barrio Palangana se encuentra a no más de 20 cuadras de la estación de Laferrere, en el partido de La Matanza. A pesar de que transcurrieron más de dos semanas desde el temporal que azotó gran parte del Conurbano e inundó La Plata y algunos barrios de la Ciudad, el Palangana continúa sufriendo los efectos del agua.
Su nombre oficial es Juan Domingo Perón, aunque de esta denominación se enteraron sus habitantes recién en el censo de 2010. Antes, y hasta el día de hoy, es conocido como Palangana. Su identificación no es azarosa, sino que responde a una cualidad del terreno: se llena de agua. “Si hubiésemos sabido que se inundaba no comprábamos o construíamos más alto. Nadie quiere perder lo que tiene, pero cuando compramos no nos dijeron que se inundaba”, explicó a 24CON una vecina del lugar.
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A no más de 50 metros del Río Matanza, es un reservorio natural de la cuenca que, ante cualquier crecida, se llena de agua y la conserva. Se inunda naturalmente. Empero, la falta de obras de ingeniería y de una urbanización planificada incrementaron las inundaciones.
“Tuvimos cinco inundaciones. Esta fue la última, pero la peor fue la de octubre”, explicó a 24CON Mariana Franco, una referente del barrio. “En esta última igual la pasamos muy mal. Perdimos todo. La ropa, colchones, roperos, todo bajo el agua”.
El barrio Palangana es una comunidad. Lejos de los prejuicios que sufren muchas villas, barrios carenciados y humildes, el Palangana creció gracias a la organización de sus vecinos y sus trabajos comunitarios. Sus calles las construyeron los vecinos y el tendido eléctrico lo instalaron ellos mismos.
Ante la falta de calles y lo precario de la zona decidieron organizarse. Iniciaron colectas y “vaquitas” para conseguir fondos y así comprar los primeros camiones de tierra. Cada camión cuesta alrededor de 300 pesos y no llega a cubrir una calle. Los trabajos dependen de la profundidad de algunas zonas y los fondos conseguidos. Así es fácil toparse con calles a medio terminar y con terrenos casi inaccesibles por los distintos niveles. “Es un barrio, son pocas las casas prefabricadas y casillas, la mayoría son lozas. Las calles fueron hechas por los vecinos. La luz, el cable monofásico también lo pusieron los vecinos. Se hacen campeonatos de fútbol, truco, venta de comida, feria de ropa, con eso se recauda. Después se ve la calle que más lo precisa y se hace”, señaló Franco.
La génesis del Palangana comienza con una toma de tierras hace casi 10 años. Tiempo después, el predio se loteó en parcelas de 30x10. Los vecinos actuales compraron por alrededor de 3000 pesos y no cuentan con mucha documentación más que el boleto de compraventa y algunos datos de testigos. Empero, la ocupación del predio, la edificación y la disposición los transforma en dueños, al menos a los ojos de los vecinos.
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De a poco, en los últimos años se construyeron las principales calles del barrio. Las perpendiculares al Río, adoptaron los nombres de las calles del vecino barrio Luján. Las paralelas fueron nombradas por los vecinos.
“La calle Colibrí, le pusieron Colibrí los vecinos. Tenés Chimango, la Ribera porque está paralela al rio. Esta calle es Loro porque es cortita como lengua de Loro. Pasaje porque son todas pasajes”, explicó Vidalina, otra vecina.
La luz también llegó al barrio gracias al trabajo de los vecinos. Con colectas compraron los postes, que cuestan 50 pesos cada uno, y varios miles de metros de cable monofásico. “Compramos el cable y sacamos luz desde el barrio Luján. Ahí tuvimos que engancharnos de la luz. No es lo que queremos pero le estamos pidiendo a Edenor que nos de luz, que nos ponga medidores. Queremos también tener dirección, nombre las calles, pero nos cuesta todo mucho”.
Según relatan los vecinos, la tensión no llega nunca a 220, generalmente apenas supera los 110 y son frecuentes los cortes y los apagones. El agua es otra ausencia. La mayoría de las casas tienen perforaciones y bombeadores, pero por la cercanía con el Matanza, el agua no es potable. “Sale marrón y con olor a pescado. Tenés que tener una perforación profunda, pero el trabajo cuesta 3500 pesos para llegar a 60 u 80 metros”, explicaron a 24CON.
El barrio Palangana está completamente bajo el agua –ACÁ-
El barrio sigue creciendo. Según Mariana Franco alberga alrededor de 10 mil familias, quienes eligieron mudarse al Palangana para cumplir el sueño de tener su casa propia. “Antes alquilaba. Y siempre subía. Pagaba 1700 pesos. Y acá un lote está 3000 pesos entonces compramos y de a poco vas construyendo y teniendo lo tuyo”, señaló Franco.
El agua como enemigo
Sin cloacas, ni calles transitables, el agua no tiene a donde correr. Naturalmente la zona está preparada para albergar agua, para detenerla. Con la urbanización es aún más difícil. El olor al agua estancada invade todo el barrio con los peligros que conlleva. Los mosquitos son mayoría y los chicos con ronchas o sarpullidos otro tanto. La cancha de fútbol del barrio, en el centro del Palangana, se transformó en una pileta. Las cuadras más cercanas al río están intransitables.
Cientos de casas tienen aún ambientes inundados o marcados por la humedad. Los patios son pequeños lagos y las veredas desaparecieron. “Tuvimos que levantar todo. Entra y arruina todo. Los electrodomésticos tuvimos que alzarlos. Alzamos todo esto”, explica Miriam mientras señala sus muebles ubicados sobre ladrillos a poco menos de un metro desde el suelo de cemento. A pesar de la altura, la parte inferior del mueble se ve aún húmedo, demostrando el nivel que alcanzó la inundación.
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“Edificamos arriba por los chicos, pero la deuda que tenemos es impresionante. Vino el agua y nosotros nos subimos, pero como no tiene cerecita todavía, era lo mismo. Era subir y quedarse ahí. Te sentás y te quedás quietita. El año pasado me tuve que ir a casa ajena, pero con los tres chicos se sufre. Para esta lluvia le dije a mi marido de hacer algo. No tenemos a donde irse, si sabía no compraba en el barrio. Cuando vinimos fue en el verano, y después cuando se vino el agua no lo podíamos creer, esto es todo barro, se inunda y no podés salir con los chicos”, destacó la vecina.
Tras las toneladas de ayuda que se recolectaron para los inundados de La Plata, algunas donaciones llegaron al Palangana. También, desde el último temporal, personal de la municipalidad se acercó al barrio para iniciar las obras de drenaje y buscar la forma para que el agua pueda correr. “Ahora está entrando el municipio, gente del municipio, empezaron a venir a ver cómo se pueden hacer las calles y el zanjeo. Lo más rápido es lo del zanjeo. Las dos puntas del barrio no tienen salida, no hay zanjeo, salvo lo que hicieron los vecinos. Los hombres los hicieron. Como lo hicieron a pulmón no es un buen zanjeo, con las medidas necesarias, con los caños. Cuando uno rellena el terreno vuelve a tapar esa zanja que se hizo precariamente. Entonces hay partes del barrio que son altas y otras muy bajas, y hay calles que quedaron por la mitad. Por eso pedimos que antes de agosto, de octubre, que son las mayores lluvias, que hagan el zanjeo y traten de rellenar las calles”, señaló Mariana Franco.
El barrio continúa sufriendo el agua. Aún hay casas con habitaciones húmedas y chicos que no pueden dormir en sus camas. Empero, los vecinos siguen pensando en las calles que faltan construir y en los cables que hace falta tirar para que el barrio Palangana siga creciendo y sea integrado a Gregorio de Laferrere.
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23 de abril de 2013