Luchó por Malvinas y el fútbol le salvó la vida
Luis Escobedo estaba a punto de debutar en Los Andes cuando estalló la guerra. Habló con 24CON sobre sus noches en la isla y cómo escuchaban el Mundial de España por la radio.
“Es de madrugada y no puedo dormir; ya me veo en casa, con mis amigos, mi barrio, viendo rodar la redonda…”. Era martes 22 de junio de 1982, ocho días después de la rendición argentina en Malvinas. La hoja quedó amarillenta por el paso del tiempo, castigada por la lluvia y el barro. Pertenece al diario personal que escribió Luis Escobedo, un joven soldado de 19 años, que sólo pensaba en regresar a su casa en Ingeniero Budge. Y en jugar al fútbol.
Escobedo jugaba en la tercera de Los Andes. Faltaba poco para su salto a Primera, pero estalló el conflicto bélico. “Nadie sabía que íbamos a Malvinas, nos subieron a un avión y nos bajamos en las Islas. El tema fue cuando empezaron los bombazos y todo lo demás. Entonces nos enteramos que era cierto y comenzamos a vivir una experiencia terrible, a convivir con el miedo, el terror y con lo que en realidad iba a suceder más adelante”, le cuenta a 24CON. Nunca recibió una carta, ni novedades de su familia. Lloraba cada noche. Se hacía hombre entre el hambre y el miedo.
Como siempre que llega el 2 de abril, los recuerdos vuelven a su mente. “Con el correr de los años uno se fue acostumbrando. Pero es como que se remueve la historia y aparecen los momentos más duros”, dice Escobedo, quien encontró en el fútbol su salvación. “Abandoné el fútbol cuando volví. Me vinieron a buscar varias veces, pero les decía que no. Hasta que fui a ver a Los Andes y se me despertaron las ganas. A las tres semanas ya estaba jugando. A mi el fútbol me sacó de un lugar del que los demás muchachos no pudieron salir”, agrega.
A lo largo de sus años como jugador, pasó por Colón, Racing de Córdoba, Belgrano, Tigre y Vélez, entre otros. Cuando se retiró, hizo el curso de técnico, jugó el Súper 8 para el Fortín y torneos de veteranos para Banfield y Temperley. Escobedo nunca abandonó su amor por la pelota. Mientras estaba en Malvinas se jugaba el Mundial de España. Radio Colonia, de Uruguay, se escuchaba en el sur del planeta y llevaba la canción de algún que otro gol argentino. “Se escuchaban los partidos. Uno podía distraerse y olvidarse de todo. Hasta que una bomba explotaba cerca y te devolvía a la realidad”, dice el ex futbolista, casado y padre de Brenda y Alan.
Los deseos de volver a su casa y las ganas de jugar al fútbol mantuvieron a salvo. Pese a que en los relatos del Mundial no se nombraba a Inglaterra por su nombre (decían, por ejemplo, “avanza el de camiseta blanca”), Escobedo no le guarda resentimiento al país británico. “En realidad –asegura-, yo nunca tuve rencor a los ingleses. Estuve prisionero una semana, y los ingleses son profesionales. Ese es su trabajo, nosotros tuvimos un ideal de ir a defender nuestra tierra y ellos el suyo. Nos enfrentamos porque nos mandaron”.
02 de abril de 2011
Como siempre que llega el 2 de abril, los recuerdos vuelven a su mente. “Con el correr de los años uno se fue acostumbrando. Pero es como que se remueve la historia y aparecen los momentos más duros”, dice Escobedo, quien encontró en el fútbol su salvación. “Abandoné el fútbol cuando volví. Me vinieron a buscar varias veces, pero les decía que no. Hasta que fui a ver a Los Andes y se me despertaron las ganas. A las tres semanas ya estaba jugando. A mi el fútbol me sacó de un lugar del que los demás muchachos no pudieron salir”, agrega.
A lo largo de sus años como jugador, pasó por Colón, Racing de Córdoba, Belgrano, Tigre y Vélez, entre otros. Cuando se retiró, hizo el curso de técnico, jugó el Súper 8 para el Fortín y torneos de veteranos para Banfield y Temperley. Escobedo nunca abandonó su amor por la pelota. Mientras estaba en Malvinas se jugaba el Mundial de España. Radio Colonia, de Uruguay, se escuchaba en el sur del planeta y llevaba la canción de algún que otro gol argentino. “Se escuchaban los partidos. Uno podía distraerse y olvidarse de todo. Hasta que una bomba explotaba cerca y te devolvía a la realidad”, dice el ex futbolista, casado y padre de Brenda y Alan.
Los deseos de volver a su casa y las ganas de jugar al fútbol mantuvieron a salvo. Pese a que en los relatos del Mundial no se nombraba a Inglaterra por su nombre (decían, por ejemplo, “avanza el de camiseta blanca”), Escobedo no le guarda resentimiento al país británico. “En realidad –asegura-, yo nunca tuve rencor a los ingleses. Estuve prisionero una semana, y los ingleses son profesionales. Ese es su trabajo, nosotros tuvimos un ideal de ir a defender nuestra tierra y ellos el suyo. Nos enfrentamos porque nos mandaron”.
02 de abril de 2011