Otro escándalo en la Iglesia argentina que llega al Papa
La orden del Vebo Encarnado será intervenida por Benedicto XVI. Acusan a su creador de relacionarse con golpistas y de usar técnicas de manipulación para ganar adeptos.
La Iglesia argentina podría soportar en las próximas semanas un escándalo de grandes proporciones, similar a lo vivido por la Iglesia de los EE.UU. y la de Irlanda hace unos meses: el Vaticano ha decidido que intervendrá una orden católica de origen argentino.
El papa Benedicto XVI tiene en sus manos una investigación que duró tres años sobre el Instituto del Verbo Encarnado (IVE) que fue fundado por el padre Carlos Miguel Buela en 1984, en San Rafael, Mendoza.
El cardenal primado de la Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, estaba al tanto de la investigación y mantuvo, como corresponde en estos casos, estricto silencio hasta que finalizara la investigación en Roma.
El Papa analiza, ante las gravísimas denuncias contra el padre Buela, si intervendrá con el envío de un comisario pontificio como lo hizo hace poco tiempo con Los Legionarios de Cristo. La gravedad de la situación, que puede implicar la intervención y disolución de la orden, llevó a que el padre Buela presentara su renuncia al Papa con fecha 8 de mayo, con la intención de frenar la intervención.
En su misiva, Buela dice que "como expresé a Vuestra Santidad en mi súplica, estimo oportuno retirarme nuevamente del oficio de Superior General, como ya lo hice una vez en 1994. Por tanto, por medio de la presente y de buen grado, presento a Vuestra Santidad mi renuncia al oficio de Superior General del Instituto del Verbo Encarnado. Particularmente deseo agradecer a Vuestra Santidad la decisión de impedir el envío de un Comisario Pontificio para el Instituto, de manera que ante mi renuncia sean las mismas autoridades del Instituto previstas en las Constituciones las que continúen llevándolo adelante."
En realidad Buela, que además informó que se recluirá en un monasterio en Francia, intenta evitar, como lo hicieron en su momento Los Legionarios de Cristo, que el Vaticano termine interviniendo el Instituto.
El Verbo Encarnado
El padre Miguel Buela, fiel devoto de monseñor Adolfo Tortolo - un obispo vinculado al integrismo católico que defendió la tortura - y vicario castrense de la sangrienta dictadura militar, pertenecía al Seminario de Paraná. Cuando el obispo Estanislao Karlic se hizo cargo de esa diócesis, Buela, que no soportó la modernización del seminario, decidió crear su propio grupo.
Se instaló en San Rafael, Mendoza, protegido en aquel entonces por el obispo conservador León Kruk. Al principio se integraron al seminario de la diócesis, pero tenían claro que solamente creando su propio instituto podría volver a dar misa en latín, usar sotanas negras y negar, en la intimidad del grupo, los preceptos del Concilio Vaticano II.
En marzo de 1984 comenzó a funcionar el Instituto del Verbo Encarnado que se dividió en tres ramas: un instituto clerical para la preparación de nuevos sacerdotes con vida apostólica y contemplativa; un instituto femenino, 'Servidores del Señor y de la Virgen de Matará' con vida apostólica y contemplativa; y una tercera orden secular o rama laical que incorporaba a laicos consagrados bajo voto.
Las técnicas de captación y manipulación que implementó el padre Buela en El Verbo Encarnado le permitió incorporar rápidamente a muchos jóvenes de todo el país. Los adeptos, al cumplir la mayoría de edad, se iban a vivir a la comunidad de San Rafael. Muchos rompían sus vínculos familiares y de amistad y se entregaban a las órdenes de Buela. En pocos años el grupo creció y se expandió por todas las diócesis, especialmente aquellas que tenían sacerdotes conservadores.
El grupo, a finales de los años ochenta comenzó a tener problemas con la jerarquía católica, e incluso se enfrentaron al mismo obispo Kruk que los había acogido. Las familias católicas, que perdían a sus hijos en manos del padre Buela presionaban a los obispos y sacerdotes para que intercedieran, pero El Verbo Encarnado era inflexible en soltar a cada joven que manipulaba.
Por otro parte, la Jerarquía estaba preocupada porque el seminario del padre Buela era visitado continuamente por golpistas y carapintadas. Eran comunes las visitas de Mohamed Alí Seineldín, de Ricardo Curutchet, director de la fascista revista Cabildo, y de militares vinculados al Proceso.
El Instituto continuaba su crecimiento y su proyecto traspasaba las fronteras del país. Primero fue Perú, luego Estados Unidos y finalmente Roma. El padre Buela siempre relataba a sus seguidores: "Aprendamos del Opus Dei que se instaló en los años '50 en Roma, cerca del Vaticano y logró todo lo que quiso al vincularse a los que cortan el bacalao". Hoy están en varios países y en 31 diócesis del mundo.
La Iglesia argentina, preocupada por el cariz que tomaba el grupo y por la indisciplina de Buela, comenzó a criticarlos, ya no sólo en secreto sino también públicamente. La Jerarquía católica planteó su preocupación por el 'reclutamiento', no solo en San Rafael, sino en otras diócesis del país “sin la necesaria prudencia para acompañar los procesos y el debido respeto por la libertad de los candidatos” para ser seminaristas.
El padre Buela es un psicópata que le encanta manipular a sus adeptos. Cree que tiene línea directa con Dios y no acepta ninguna orden jerárquica. Su palabra es santa. Tiene delirios de persecución, está convencido de que quienes lo critican integran un complot contra él. Entre los mitos que ha hecho circular cuenta que con la ayuda de Dios eliminó de su camino a dos obispos que se le opusieron: la muerte de Kruk en un accidente automovilístico y el cáncer de su sucesor en el obispado de San Rafael, monseñor Jesús Roldán son tremendos como ejemplos.
Buela es un megalómano. Miente continuamente y obliga a mentir a sus discípulos.
Daré un ejemplo que me tocó en mi actividad profesional. El padre Buela, después de haberlo criticado públicamente en una serie de artículos, me amenazó por carta con la siguiente frase: "Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar…" (Lc 17,2). Tenga piedad de su alma". Como se recordará es la misma frase que utilizó monseñor Antonio Baseotto para criticar al ex ministro de Salud de la Nación, Ginés González García y que produjo un enfrentamiento entre el gobierno nacional y ese obispo.
El 30 de julio de 2007, en una reunión privada, le entregué en mano una fotocopia de esa amenazante carta al cardenal Bergoglio, primado de la Argentina.
Benedicto XVI resolverá, como lo hizo con la Iglesia irlandesa y Los Legionarios de Cristo, los pasos a seguir sobre el futuro del Instituto del Verbo Encarnado. La Iglesia Argentina y sus obispos, mientras tanto, podrían ordenar a todos los sacerdotes del Instituto del Verbo Encarnado que están en territorio argentino que se abstengan de continuar reclutando fieles hasta que se aclare su grave situación institucional.
Fuente: Diagonales
26 de mayo de 2010
Periodista y escritor