Se conocieron hace 35 años, la pandemia los unió y grabaron una canción: un homenaje a la amistad

La primera vez que cantaron juntos fue por la paz. La congregación paulista de Córdoba había convocado a un certamen y allá fueron los seis, amigos de la escuela y de la infancia. Ellas cantaban, ellos empezaban una longeva relación con el saxo, la flauta traversa, la guitarra. Ellas se hacían llamar "Quo Vadis". Ellos, menos pretensiosos y con la misma acidez que conservan intacta casi cuatro décadas después, cantaban bajo el nombre de "Los Ascos".

Los unió, a los seis, la música. Y cantaron. Eran adolescentes que aún no intuían por dónde los llevaría luego la vida. Improvisaron un tema musical arriba del escenario y compusieron una amistad debajo. Alejandra Gherdina, Ana Karina Santini, Angeles López, Guillermo Arce, Alejandro Zárate y Ernesto Bottiroli cosecharon algunos aplausos aquella noche pero sembraron una amistad que tardaría 30 años y varias vueltas al mundo para cosecharse.

Aquellos "extraños de pelo largo" han transitado un largo camino. Alejandro Zárate, desde su productora AMZ (Instagram; @amzproducciones_records), generó piezas de calidad superlativa (fue pianista, músico de Stravaganza y otras obras de Flavio Mendoza) y llevó su música al piano de cruceros internacionales.

"Guille" Arce es músico y fundador de la banda folklórica "Los Sacha" y acompañó durante una década a Cuty y Roberto Carabajal, con quienes llevó su musica hasta Japón, Ale Gherdina es una de las voces del Coro Polifónico Municipal de Marcos Juárez. Ana Karina le pone voz a melodías argentinas en Génova, donde vive, con un trío de guitarras que acompañan la nostalgia por el terruño. Y Ernesto, médico de profesión, responde a las emergencias de salud y luego se refugia, en su tiempo libre, en el canto y el saxo, sus "cables a tierra".

Por esas paradojas de estos tiempos, el aislamiento obligado de la pandemia tendió un puente para reunirlos bajo el mismo "techo". Que fue un grupo de Whatsapp, el living libre de COVID que convocó a familias, amigos y otros vínculos cuando se cerraron las puertas de la vida analógica.

¿Y qué pudieron hacer?

Cantar. Ya el noble propósito de hacerlo por la paz se había transformado en cada experiencia de ese sexteto de la amistad.

Algunos cantaron con dolor, otros con nostalgia, con miedos nuevos y experiencias difíciles a cuestas. Pero lo hicieron con respeto y amor por lo que había vivido el otro, en homenaje a aquellos adolescentes que fueron y los adultos que hoy son.

La pandemia transformó una realidad difícil en un espacio de amistad. Así, removieron viejos álbumes y dieron vida al legendario tema de María Elena Walsh,  "Sin señal de adiós" en un arreglo basado en la versión del grupo Aymama.

Y lo cantaron, cada uno en su casa pero con el alma puesta en el mismo escenario.

El video fue subido a las redes gracias al tesón y el esfuerzo de Ernesto y Ale Zárate (foto) que se "escaparon" de sus obligaciones cotidianas para darle forma día tras día, para impaciencia de los demás y paciencia propia. Y lo lograron.

Todos viven separados: en Córdoba, (capital e interior), Italia y Buenos Aires. Lejos pero cerca. Esa rara alquimia que logra la tecnología, la pandemia y la canción cuando dejan que los una la amistad.

ESCUCHALOS

"Teníamos menos de 20 años y todo era música. Ellos, de pelo largo. Ellas, de pelo lacio. Cantábamos sin saber que en eso, se iría la vida. Pasaron los años y los momentos. La vida, que siempre es elástica, fue convirtiendo en recuerdos aquellas estrofas que cantamos por la paz en el festival de los Paulinos. Ahora cantamos por la vida, en distintos escenarios. Cantamos sin voz a veces, con nudo en las gargantas, con la voz quebrada. Pero cantamos. Cuando la vida se hace pesada y cuando las horas son felices, cantamos. Y la amistad se forjó como un pentagrama donde hay silencios largos, pequeños arpegios que resuenan, cada nota en su lugar y a veces todas desordenadas. La pandemia nos acercó más. Será que mientras más nos aislaba el virus más necesitábamos los abrazos. Y se armó. Treinta años se fusionaron desde cada casa, desde cada país y cada realidad, seguimos cantando. Fue fácil sacarle horas al día y forjar un reencuentro. El sentimiento estaba intacto. Ahora las fotos y las voces son digitales pero lo demás, se mantiene inalterable. Nuestra amistad es nuestra mejor canción. Y también ella, como los seres que amamos y ya no están, no conoce ninguna señal de adiós.....Sin señal de Adiós · 

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