Ataques sexuales en Morón
El sátiro del Fiesta rojo
Busca mujeres jóvenes en las paradas de colectivos. Les hace gestos obscenos y se masturba delante de ellas. Ya hay tres denuncias. ¿Por qué sólo podrían aplicarle una multa?
Como todos los días, el martes 21 de abril Patricia salió de su casa a las 8 de la mañana. Caminó tres
cuadras hasta la esquina de Abel Costa y Pellegrini, en Morón, y se detuvo a esperar el charter que la lleva a su trabajo. Dos minutos después un Ford Fiesta rojo se estacionó a unos metros. Una situación que Patricia casi no hubiera registrado si no fuera por un detalle que todavía hoy la mantiene en estado de shock: el conductor empezó a mirarla mientras se masturbaba. La escena se repitió por lo menos dos días más de la semana pasada, siempre en el mismo lugar y a la misma hora.
Desesperada, Patricia se contactó con Marta Lodosa, titular de Madres en Alerta, una asociación civil de Morón que ayuda a mujeres víctimas de abuso sexual, quien apenas escuchó su historia no tuvo dudas: se trataba de una nueva aparición de “el sátiro del Fiesta rojo”, que ya atacó al menos a otras dos mujeres en la zona.
Para terminar de constatarlo bastó un dato: la patente que Patricia tomó del auto: DHE---, exactamente la misma que habían anotado las otras dos víctimas.
La primera denuncia recibida sobre el “sátiro del Fiesta rojo” fue el domingo 31 de agosto del año pasado, cuando Mariana, de 20 años, vivió una verdadera odisea en la esquina de Carlos Calvo y Agüero, en Morón sur.
“Yo iba hacia la parada del colectivo 97 para ir a mi trabajo cuando vi un auto Ford Fiesta rojo que andaba lentamente al lado mío –recuerda Mariana en diálogo con 24MORON-. Lo primero que se me ocurrió fue que era un remís buscando una dirección. Pero de repente se adelantó y vi que el tipo que manejaba me miraba y llevaba la puerta del auto abierta. Me asusté y entonces corrí hasta llegar a la parada”.
Por unos minutos Mariana se sintió aliviada. El Ford Fiesta dobló y ella lo perdió de vista. Lo que no sabía es que al rato regresaría. “De repente volvió a pasar por enfrente de la parada haciéndome gestos obscenos con la lengua. Yo me asusté y caminé para el lado de la calle Belgrano, hacia la parada de la Costera que está sobre Yrigoyen. Pero cuando estaba llegando apareció otra vez y se me acercó. Muerta de miedo volví corriendo a la parada del 97. Me quedé ahí y pasó dos o tres veces más haciéndome gestos obscenos con la lengua”.
Pese a los nervios, Mariana anotó la patente del auto, tomó el celular y llamó a su casa. Enseguida, su hermano llegó en moto y empezó a perseguir al Ford Fiesta, pero a las pocas cuadras le perdió el rastro.
Nada se supo de él hasta que un mes y medio después en Madres en Alerta recibieron una nueva denuncia que demostró que no se había tratado de un hecho aislado. Betiana, de 25 años, contó que el 15 de octubre esperaba el colectivo 1 en la esquina de Ameghino y Emilio Mitre, en Villa Sarmiento, cuando se le apareció el mismo Ford Fiesta rojo.
Apenas la vio, Betiana quedó paralizada por el miedo. Es que ella ya sabía de quién se trataba. Unos meses antes en la misma parada había sido acosada por el mismo hombre, aunque en ese entonces se movilizaba en un auto blanco. “Se arrodilló en medio de la calle, se bajó el cierre del pantalón y empezó a tocarse delante mío”, contó Betiana, quien quedó tan afectada por la situación que durante dos meses no salió de su casa.
Por eso, cuando el 15 de octubre volvió a ver al mismo hombre de alrededor de 30 años, tez blanca y cabello corto castaño claro, esta vez subido a un Ford Fiesta rojo con la patente tapada empezó a temblar. “Me miraba y me sacaba la lengua. Por suerte había una señora conmigo y enseguida se fue”, recuerda Betiana quien esta segunda vez, además de recurrir a Madres en Alerta, radicó la denuncia en la comisaría quinta de Villa Sarmiento.
Pero tampoco esa sería la última vez que lo vería. A la semana siguiente, volvería a sucederle lo mismo. El único beneficio de este tercer encuentro fue que la patente del auto estaba descubierta y pudo anotarla.
Desde entonces no se tuvieron más noticias de “el sátiro del Fiesta rojo” –lo que no significa que no haya seguido haciendo de las suyas- hasta la semana pasada, cuando Patricia contó lo que le sucedió mientras esperaba el charter en Abel Costa y Pellegrini.
La investigación quedó a cargo de Fernando Capello, de la fiscalía Nº 2 de Morón. Pero es probable que “el sátiro del Fiesta rojo” no vaya a la cárcel. El artículo 10º de la ley 25.087, sobre delitos contra la integridad sexual, sólo establece el pago de una multa de mil a 15 mil pesos para conductas como la suya. Salvo que aparezca alguna víctima menor de edad, en cuyo caso podría ser condenado a una pena de seis meses a cuatro años de prisión. Lo cierto es que por ahora sigue suelto. Seguramente ajeno a la intervención de la justicia. Y buscando a su próxima presa.
Desesperada, Patricia se contactó con Marta Lodosa, titular de Madres en Alerta, una asociación civil de Morón que ayuda a mujeres víctimas de abuso sexual, quien apenas escuchó su historia no tuvo dudas: se trataba de una nueva aparición de “el sátiro del Fiesta rojo”, que ya atacó al menos a otras dos mujeres en la zona.
La primera denuncia recibida sobre el “sátiro del Fiesta rojo” fue el domingo 31 de agosto del año pasado, cuando Mariana, de 20 años, vivió una verdadera odisea en la esquina de Carlos Calvo y Agüero, en Morón sur.
“Yo iba hacia la parada del colectivo 97 para ir a mi trabajo cuando vi un auto Ford Fiesta rojo que andaba lentamente al lado mío –recuerda Mariana en diálogo con 24MORON-. Lo primero que se me ocurrió fue que era un remís buscando una dirección. Pero de repente se adelantó y vi que el tipo que manejaba me miraba y llevaba la puerta del auto abierta. Me asusté y entonces corrí hasta llegar a la parada”.
Por unos minutos Mariana se sintió aliviada. El Ford Fiesta dobló y ella lo perdió de vista. Lo que no sabía es que al rato regresaría. “De repente volvió a pasar por enfrente de la parada haciéndome gestos obscenos con la lengua. Yo me asusté y caminé para el lado de la calle Belgrano, hacia la parada de la Costera que está sobre Yrigoyen. Pero cuando estaba llegando apareció otra vez y se me acercó. Muerta de miedo volví corriendo a la parada del 97. Me quedé ahí y pasó dos o tres veces más haciéndome gestos obscenos con la lengua”.
Pese a los nervios, Mariana anotó la patente del auto, tomó el celular y llamó a su casa. Enseguida, su hermano llegó en moto y empezó a perseguir al Ford Fiesta, pero a las pocas cuadras le perdió el rastro.
Nada se supo de él hasta que un mes y medio después en Madres en Alerta recibieron una nueva denuncia que demostró que no se había tratado de un hecho aislado. Betiana, de 25 años, contó que el 15 de octubre esperaba el colectivo 1 en la esquina de Ameghino y Emilio Mitre, en Villa Sarmiento, cuando se le apareció el mismo Ford Fiesta rojo.
Apenas la vio, Betiana quedó paralizada por el miedo. Es que ella ya sabía de quién se trataba. Unos meses antes en la misma parada había sido acosada por el mismo hombre, aunque en ese entonces se movilizaba en un auto blanco. “Se arrodilló en medio de la calle, se bajó el cierre del pantalón y empezó a tocarse delante mío”, contó Betiana, quien quedó tan afectada por la situación que durante dos meses no salió de su casa.
Por eso, cuando el 15 de octubre volvió a ver al mismo hombre de alrededor de 30 años, tez blanca y cabello corto castaño claro, esta vez subido a un Ford Fiesta rojo con la patente tapada empezó a temblar. “Me miraba y me sacaba la lengua. Por suerte había una señora conmigo y enseguida se fue”, recuerda Betiana quien esta segunda vez, además de recurrir a Madres en Alerta, radicó la denuncia en la comisaría quinta de Villa Sarmiento.
Pero tampoco esa sería la última vez que lo vería. A la semana siguiente, volvería a sucederle lo mismo. El único beneficio de este tercer encuentro fue que la patente del auto estaba descubierta y pudo anotarla.
Desde entonces no se tuvieron más noticias de “el sátiro del Fiesta rojo” –lo que no significa que no haya seguido haciendo de las suyas- hasta la semana pasada, cuando Patricia contó lo que le sucedió mientras esperaba el charter en Abel Costa y Pellegrini.
La investigación quedó a cargo de Fernando Capello, de la fiscalía Nº 2 de Morón. Pero es probable que “el sátiro del Fiesta rojo” no vaya a la cárcel. El artículo 10º de la ley 25.087, sobre delitos contra la integridad sexual, sólo establece el pago de una multa de mil a 15 mil pesos para conductas como la suya. Salvo que aparezca alguna víctima menor de edad, en cuyo caso podría ser condenado a una pena de seis meses a cuatro años de prisión. Lo cierto es que por ahora sigue suelto. Seguramente ajeno a la intervención de la justicia. Y buscando a su próxima presa.