¿De qué están hechos los fantasmas?
¿Qué hay más allá de la vida? ¿Qué son los aparecidos que pueblan nuestras noches?
Marcamos ese descreimiento llamándolos irrealidades. Sin embargo, como sociedad, creemos en las mentiras más descaradas mientras éstas sean aceptadas por la mayoría de nosotros, por ejemplo la utilización de los fondos del Estado por los gobiernos de turno, o falacias de esa índole. Es la masa, el gran conjunto, el que marca lo que es de creer y lo que no. Nuestro nivel o estadío de percepción es una aceptación cultural y social. Aquellos que escapen a este rango son considerados locos o videntes.
Pero, ¿de qué estamos hechos?, ¿tenemos alma?, somos sólo un conjunto químico de huesos, tejidos y electricidad o algo nos habita ¿Hacia dónde va esa esencia tan difícil de explicar, una vez que morimos?
Imaginen sólo por un momento que aquella voz de nuestra mente que nos habla constantemente desde que somos chicos, no muere junto con nuestro cuerpo, sino que persiste, una sutil representación energética de nuestro organismo que sobrevive y piensa. Es decir, luego de morir despertamos a otra realidad que siempre negamos, ¿qué sentiríamos? ¿Acaso pánico de no poder comunicarnos con quienes nos lloran? ¿Terror de ser negados por quienes nos amaban? Vagando solitarios por cementerios repletos de seres abandonados. Ciudades habitadas por seres descarnados que deambulan ignorados por los vivos. Somos nosotros quienes pensamos, o son los pensamientos quienes piensan a través nuestro. ¿Los espectros son mucho más sencillos, más sutiles, más cercanos que el imaginario del fantasmita con sábana blanca? Quizás los aparecidos, sólo son seres descarnados que sufren por no poder abandonar la gran ciudad de la razón, condenados a deambular junto a la materia muy lejos del paraíso. Sólo eso, seres gaseosos que sufren y deambulan.
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