A todo el periodismo, parte de la sociedad, le esta pidiendo ahora compromiso ideológico, algo que excede la responsabilidad de informar.
Uno siente el periodismo como una obligación diaria de transformar los hechos en palabras, para que el lector, el oyente, comprenda lo que ocurrió o esta ocurriendo. Desde ahí con su libertad de pensar establecer sus propias conclusiones. Eso se llama, desde siempre, opinión pública.
Contaminar información con ideología no es la función periodística, tampoco analizarla desde determinada posición política, se deja de ser imparcial.
La única manera de ser creíble es comprometerse exclusivamente con la verdad. Esa es, a mi juicio, la tarea del periodista para afianzar justicia, libertad y solidaridad, componentes de una sola idea: la democracia.