¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Mujeres asesinas en Villa Pineral

Una mujer asesinada a tijeretazos en el cuello fue el resultado de una brutal disputa por un hombre. Según confiaron a 24CON diferentes fuentes, en medio habría punteros políticos y comercialización de drogas. Algunos vecinos debieron abandonar sus casas.
Martes, 18 de noviembre de 2008 a las 01:22
Lorena Vanesa Pacheco, de 29 años, quedó tendida en el suelo, en un charco de sangre luego de una feroz refriega en el corazón del humilde barrio. Se habría enfrentado con Jésica, de unos 22 años. En la reyerta, familiares y amigas de ambas, habrían tomado partido y aportaron a la causa. El barrio entero, único testigo.

Voceros de la comisaría IV de Tres de Febrero, con asiento en la villa, informaron que el hecho ocurrió en la calle Pedro de Mendoza -entre Bolivia y Perú- a metros de la avenida Marcelo T. de Alvear.

Un hombre que hoy teme por su vida y tuvo que dejar su casa por miedo a que la quemen con él adentro, detalló a 24CON que las dos mujeres mantenían una disputa por el marido de la supuesta asesina que se llamaría Ezequiel (también de 29 años). Al parecer, algún tiempo atrás, el hombre la había abandonado por la mujer apuñalada; pero luego, se habría arrepentido y volvió a su primer amor.

Las diferencias no quedaron zanjadas y las jóvenes elevaban sus tensiones -bajo fuertes amenazas y discusiones- en cada oportunidad que se les presentaba. Finalmente, la fatalidad se quedó con la vida de Lorena, quien ese día se habría "levantado con ganas de pegarle de nuevo" a la mujer que hoy está prófuga de la Justicia y la Policía, y padecería epilepsia. Los investigadores no descartan que al motivo pasional se le adicione otro que tendría que ver con la comercialización de drogas.

"Ahora vuelvo y te mato". Esas fueron las últimas palabras de Lorena. Luego de recibir certeros puntazos en el cuello, aún de pie "quería buscar un arma para matarla, estaba muy drogada", agregaron las fuentes. No llegó muy lejos.

La mujer había perdido mucha sangre y quedó tendida en el suelo. "Nadie la quería levantar porque todo el mundo sabía que tenía SIDA", indicó el hombre que prefiere que no se revele su identidad. Por ello, los efectivos policiales encontraron a la mujer agonizando en un gran charco rojo.
La villa, convulsionada por otra muerte: la de Sopapita.

Rápidamente, fue trasladada de urgencia al Hospital Ramón Carrillo de Ciudadela, pero antes de ingresar al establecimiento ya había perdido la vida.

Familia pesada
La fuente, que conoce el entramado social-familiar del peligroso barrio, aseguró que fue Lorena quien habría iniciado el pleito. "Es una familia con parentela en todo el barrio. Son punteros políticos del pejota y están vinculados con la comercialización de drogas", dijo.

Desde la Fiscalía General de San Martín, indicaron que el clan Pacheco es bien conocido. Por sus pasillos se pasearon varios familiares por diferentes causas de robo y por estupefacientes. Un dato no menor es que tres hermanos (Daniel, Saúl y Darío) de la joven asesinada cayeron bajo las balas de la policía bonaerense. Además, diferentes viviendas de los Pacheco, contaron con sendos allanamientos en búsqueda de drogas.

Códigos tumberos
La misma lógica que prevalece en la mayoría de las cárceles, se repite en las villas o asentamientos. La ley y el orden que rige fuera de la ciudadela, intramuros simplemente no existe. Dentro de estos barrios, se barajan otros códigos. Simplemente predomina el más fuerte.

"Cuando hay que correr a alguien adentro de un Pabellón, ya sea para marcar territorio o por una venganza, se le copa el rancho (en referencia a la celda)", aseveró un vecino de Villa Pineral y allegado a Jésica. La fuente, aseveró conocer desde adentro más de una cárcel.

Con el cuerpo aún fresco de Lorena, sus allegados habrían iniciado una avanzada sobre las propiedades de Jésica y sus hermanas. En total fueron saquedas tres viviendas y gran parte de la parentela de la supuesta victimaria tuvo que abandonar el barrio. Así y todo, en horas de la mañana del domingo, los familiares despidieron los restos de Lorena a los tiros, en el cementerio de Podestá al grito de "este no va a ser el último cajón que entre".