El próximo 11 de marzo, Chile tendrá un nuevo presidente y la región, un nuevo vecino que influirá en su tendencia política en momentos en que arrecia la disputa entre fuerzas de izquierda y de derecha y, a la vez, entre Estados Unidos y China, las superpotencias del momento. El futuro ocupante del Palacio de la Moneda será el progresista Gabriel Boric, una figura joven que genera diferentes expectativas para el continente y para el gobierno argentino.
A pesar de que en la primera vuelta la polarización no fue tan fuerte como se esperaba, ya que las dos candidaturas representaron el 53,7% de los votos emitidos, la segunda vuelta prometía ser más encarnizada. "Vamos a elegir entre libertad y comunismo", dijo Kast aquel domingo a la noche. "Se nos ha encomendado una disputa por la democracia, la inclusión, la justicia y el respeto a la dignidad", respondió Boric.
Durante la campaña para la primera vuelta, el gobierno argentino no plasmó preferencias por ninguna de las figuras para evitar el desbalance que sufrió en Ecuador, cuando apostó por el progresista Andrés Arauz y terminó asumiendo el conservador Guillermo Lasso. Aquella vez, para reencauzar la relación, el presidente Alberto Fernández viajó a la asunción del segundo para superar las diferencias. Esta vez, se le escapó la tortuga con el embajador en Santiago, Rafael Bielsa, quien aseguró que, con una presidencia de Kast, "todo puede cambiar" porque es un candidato "antiargentino". A pesar de que el Palacio San Martín buscó desprenderse de sus dichos, quedó en evidencia que el lazo con Kast hubiera sido difícil.
Si esto finalmente ocurriese, las diferencias deberían ser dejadas de lado y el vínculo debería ser cuidado por el mismo motivo por el que Buenos Aires no puede detonar la relación con Brasil: la economía. En lo que va del año, según el INDEC, la Argentina logró su mayor superávit comercial con Chile al llegar a 2.383 millones de dólares. En momentos en los que el mundo empieza a salir de la pandemia y en los que persiste la restricción financiera para Buenos Aires, ante lo que cada dólar cuenta, en Chile hay una suma nada despreciable. ¿Pueden correr riesgo con Kast? Su impredictibilidad y su temperamento sanguíneo lo volverían, como mínimo, una posibilidad amenazante.
Por eso, el escenario argentino para el actual gobierno se conformaba mejor con Boric, no solo por las afinidades que pueden llegar a existir, sino por la forma de relacionarse con la región. Mientras que el programa de Kast proponía "reforzar la vinculación con Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Alemania", sin mencionar a Latinoamérica, el de Boric sostiene que su país "no puede actuar aislado de su región" en base a una "política exterior turquesa" que combinaría el verde de la lucha contra el cambio climático y el azul de la defensa de los océanos con la transversalidad de una mirada feminista. Es decir, las potencialidades con el candidato de Apruebo Dignidad son mayores ya que Alberto Fernández comparte miradas y objetivos.
Además, Boric podría revitalizar el avance progresista regional luego de que la victoria de Lasso lo frenara. El mismo estuvo dado por los triunfos de Luis Arce Catacora en Bolivia y Pedro Castillo en Perú. Su figura lograría enlazarse correctamente en estas dinámicas al no ser él mismo un candidato surgido de las posiciones de la izquierda más dura y haber demostrado, a lo largo de la campaña, ciertos niveles de entendimiento con los partidos más centristas. Del otro lado, la posibilidad de alcanzar acuerdos con una figura similar a la de Bolsonaro, con los antecedentes del vínculo reciente con Brasilia, es más difusa. En materia de organismos multilaterales, Kast proponía trabajar "en particular en organizaciones como la Organización de los Estados Americanos (OEA)", un ente con el que la Argentina tiene notorias diferencias y en el cual ha hecho esfuerzos para destronar a su secretario general, Luis Almagro. Aunque Boric no hace referencias a este tema en su programa, en su momento denunció el "golpe de Estado" contra Evo Morales en Bolivia, lo que podría permitir un trabajo en conjunto en el pleno de la OEA y en otros organismos por los que apuesta el Palacio San Martín, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Además, Boric podría representar un nuevo socio en un tema siempre espinoso para el gobierno argentino: Venezuela. A pesar de que Kast acuse a su rival de "castrochavista", Boric se ha diferenciado de Caracas. Cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, felicitó a la ciudadanía trasandina por la conformación de la Convención Constituyente y por haberle dado "una clara señal sobre su contundente rechazo al neoliberalismo salvaje", Boric le respondió: "Y también un mandato de respeto irrestricto a los derechos humanos, algo en lo que tanto (Sebastián) Piñera como usted no han estado a la altura". Para el chavismo, la presidencia de Boric no implicaría un nuevo aliado continental, por lo que podría calificarlo como "tibio", como ya hizo el segundo hombre fuerte de su gobierno, Diosdado Cabello, con Fernández. Su presidencia podría robustecer la política argentina sobre el tema de no entrometerse en sus asuntos internos y denunciar las violaciones a los derechos humanos bajo el paraguas del trabajo que realiza la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
Hasta este domingo, el futuro presidente de Chile y la venidera relación bilateral y continental eran incógnitas que ahora empezarán a diluirse. En la Casa Rosada y el Palacio San Martín apostaron por Boric.