Desde la cárcel, habla el detenido del caso Arruga

El ex policía Julio Diego Torales está preso acusado de torturar al joven meses antes de su desaparición. Asegura que es un "perejil" y revela detalles claves en la causa. Por qué se niega a ser fotografiado.

Por Ivan Rodriguez Alauzet / Andrés Randazzo

 

Pasaron cuatro años, ocho meses y diez días. Del paradero de Luciano Arruga no se sabe nada. En las calles de Lomas del Mirador, donde el joven fue visto por última vez el 31 de enero de 2009, las paredes hablan e imploran su “aparición con vida” y piden “basta de aprietes policiales a los pibes”. Y según su hermana, Vanesa Orieta, existe alguien “que sabe más de lo cuenta” al respecto.

 

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Esa persona es Julio Diego Torales, policía exonerado y el único detenido en la causa que se denominó “Arruga” pero que tiene tres investigaciones en simultáneo. Él estaba de servicio el día 22 de septiembre de 2008 en el Destacamento de Lomas cuando el chico fue detenido por el presunto robo de dos celulares y un MP4. O sea, algo más de cuatro meses antes de la “desaparición forzada”, tal como definió en enero el juez interviniente de la principal causa, que durante años fue llamada “averiguación de paradero”. Son dos instancias diferenciales: Torales no está directamente relacionado con la última carátula, pero sí carga con el peso de su accionar de aquella mañana de primavera.


Ese día, a las 11, Arruga, quien vestía una campera Adidas de la Selección Argentina y una gorra blanca, fue demorado por los oficiales de calle Miguel Ángel Olmos y Miguel Osvaldo Sorayre, investigados por haber trasladado a un menor y por “encubrimiento por omisión de denuncia”. Dejaron al menor en la dependencia y fue recibido por Torales, acusado posteriormente de “severidades y vejaciones”, y la teniente Mónica Chapero. El adolescente abandonó la dependencia policial horas más tarde “tan golpeado que casi no podía caminar al salir”, sostuvo en ese entonces Paula Litvachky, abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)


Orieta y su madre, Mónica Alegre, son las principales testigos del hecho. La joven aseguró a 24CON: “Mi hermano fue torturado ese día, y el cana se me reía cuando le pedía que lo liberaran. Desde la sala escuchábamos los gritos de Luciano implorando que no lo cagaran a palos”. Por su parte, la madre ratificó que su hijo increpó al acusado: “¡Vos me pegabas mientras otros dos me sostenían!”.

 

 

TRAS LAS REJAS

 


Julio Diego Torales prefiere que lo llamen Diego, a secas. Está preso desde el 7 de enero en la Unidad 40 de Lomas de Zamora y en este tiempo, el ex bonaerense nacido en Florencio Varela, no perdió la compostura de un uniformado: todavía se rapa los parietales, sólo que ahora se deja una cresta más pronunciada y engominada. Viste bluyín y una campera de joggin gris que en ningún momento atina a colgar. En el Penal el viento se cuela violentamente por los pasillos y, para estar así de prolijo, el recluso tardó una hora en aparecer.


Torales prefiere no ser retratado. Pide que no se le tomen fotografías. Al esgrimir su presunta inocencia, no quiere ser escrachado "cuando salga en libertad", aventura. Dice que con esta decisión está "protegiendo" a su familia. Sobre todo a sus tres hijas y a su mujer.

 

Se sienta y cruza los brazos a la altura del pecho. Algo ahogado por los nervios, traga saliva y se prepara para romper el silencio de ocho meses. Sus primeras palabras a un medio periodístico son para referirse a los hechos que lo dejaron tras las rejas:


- Apenas se trajo al chico se le dio información a la familia de que estaba demorado. Se comunica para que se presente la madre con la documentación. Llegan y la hermana estaba muy molesta por lo que le habían hecho. Ella decía que el hermano era inocente. Yo le explicaba las cosas como fueron, qué directiva tenía desde el Juzgado de Menores. Ella me decía que no podía ser, que el chico tenía todo lo que necesitaba. ‘Lo que yo necesito es la documentación’, le digo. Ella, muy molesta, empezó a los gritos, a decirme muchas cosas.

 

La versión de Vanesa difiere sustancialmente. “Él hablaba por teléfono y también iba y venía desde el mostrador hasta la habitación donde estaba Luciano, para pegarle. Encima me decía que lo que le estaban haciendo a mi hermano lo tenía merecido’. También le dieron un sándwich escupido”.


- El destacamento es chiquito, una casa. Donde está la guardia tendrías a tres metros la cocina que es donde estaba sentado este chico con la señora Chapero, (ella) haciendo su tarea. El chico escuchó los gritos de la hermana y empezó él a los gritos. Ahí se alteró la hermana y empezó a decir que le estaban pegando. Yo le dije que se quede tranquila que nadie le pegaba. Es como todo. Pasa en varios casos. Cuando los detenidos escuchan la voz de los familiares empiezan a los gritos.


- En su declaración, Alegre indicó que había más de dos personas en la comisaría. Olmos y Sorayre llevaron detenido a Arruga, ¿qué hicieron después?

- Ellos lo traen, lo dejan, se hace el acta y siguieron su recorrida.

 

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La declaración de Torales es de suma importancia jurídica no sólo por su causa, sino porque aporta datos al expediente central, que es la “desaparición forzada”. Esto se explica en que tanto Orieta como distintas ONG’s que se sumaron en apoyo, aseveraron que “era perseguido por la policía desde antes de su primera detención”. Hablan de una mafia que “recluta” chicos y, bajo amenazas de muerte, los obliga a robar para ellos. En todo momento señalan a parte de la PBA como la "maldita policía".


- ¿Lo conocías de antes a Luciano?

- No, lo vi ese día. Fue la primera y última vez que lo vi.


- ¿Cuántas horas estuvo demorado?

- Estuvo el tiempo que tardó la madre en ir a buscar la documentación (N. de los R.: Alegre viajó hasta Ingeniero Budge, donde guardaba el Acta de Nacimiento ya que Luciano tenía el DNI en trámite). Cuando logré hablar con la madre, después de que la chica se calmó. Porque decía que me iba a denunciar, me pidió mi nombre y mi apellido. Yo se lo di. ‘Si cree que es necesario hágalo, acá nadie le hizo nada’, le dije.


- En la declaración de la madre figura que le dieron un sándwich escupido y que lo amenazaron con trasladarlo a la Comisaría 8va., según le dijeron, “donde están los violines”.

- No. En todo momento estuve yo ahí. La comida no se la escupió. Amén de lo que puedas hacer, a todas las personas que tuve detenidas los trato como un ser humano. Yo me compro la comida y me da cosa comer yo delante de él. El sándwich que compré yo, lo compartí con él.


- ¿Tenían la capacidad de mantener demorado a alguien dentro de ese destacamento, dada la infraestructura del lugar?

- Si entra un detenido mayor penal no puede estar ahí. Se hacía un acta y se lo alojaba en la Comisaría Octava. En este caso, al chico lo dejé por el hecho que se lo entregaba directamente a la madre. No tiene lugar de alojamiento el lugar para detenidos. Por eso lo senté en la mesa de la cocina.


- En la denuncia, Orieta perjura que Luciano salió golpeado esa noche. ¿Quién le pegó?
- La verdad no lo tengo muy presente, pero golpeado no sale. Se le hizo el reconocimiento médico de la policía. Fue al mediodía. Lo de golpeado no fue así.


- Si estaba golpeado, alguien le pegó.

- No, nadie.


- ¿En algún momento intentó fugarse?

- No.


- ¿Qué sabés sobre las denuncias de que "la policía recluta chicos en la calle y los hacen robar bajo amenazas”?
- Eso me enteré con todo esto. Lo empecé a escuchar con este problema. Yo iba, hacía mi trabajo y cuando terminaba me iba a mi casa.


- El tema de los pibes chorros que usaría la Policía para robar bajo amenazas se conoce desde antes de Luciano. (N. de los R. Meses antes de la primera detención de Arruga, la APDH de La Matanza había destapado el escándalo del “triángulo rojo”, la frontera entre Casanova, Evita y Laferrere donde “policías reclutaban pibes de la villa San Petersburgo para delinquir”. Ver: “¿La policía quiso usar a Luciano de "pibe chorro"?) ¿Estás seguro que nunca habías escuchado nada de eso?

- En la policía tenés de todo. Gente buena, mala, corrupta. Lamentablemente, por uno pagan todos. Tenés un policía malo y la pagamos los que somos buenos. Yo hago mi trabajo, nada más. Lo hago lo mejor posible porque tengo a mis hijas. En el destacamento no lo sabía, porque hacía mi trabajo. No me meto porque no me interesa.


Como oficial de servicio a cargo del Destacamento, Torales tenía acceso constante al Libro de Guardia. Ese bibliorato está actualmente en la mira de la Justicia ya que “fue adulterado” en varias oportunidades, de acuerdo a lo indicado por Juan Manuel Combi, abogado de la APDH. Además, es uno de los objetos clave que el juez Gustavo Banco tuvo en cuenta para federalizar la causa el 9 de enero. En su resolución, el magistrado estableció que se debe investigar “la presunta ‘contratación’ por policías o personas afines a ellos para comisión de delitos”, además de la “adulteración y falta de registro de novedades en el Libro de Guardia”.


- Cuando Luciano desaparece se revisaron los libros del Destacamento y las pericias confirmaron que presentaban tachaduras y enmiendas. ¿Por qué borraron nombres del documento?
- Ni idea. Cuando ingresaba alguien se lo anotaba. Yo te explico una cosa: con el tema de la desaparición no tengo nada que ver. Porque cuando me detuvieron, salí a vender con la desaparición del chico. Me tiraron camionadas de tierra. Pero no tengo nada que ver. A mí me acusaron de pegarle al chico. Y el análisis médico dice que tenía un sólo golpe, un cachetazo. Cada uno trata de llevar o tiene que llevar bien el libro de registro de detenidos. Después de la desaparición del chico no me acuerdo cómo estaba, si estaba enmendado o tachado. La verdad que no sé. Esa noche no estuve. Hay casos que por ahí involuntariamente le ponían mal el nombre y lo enmendaban. Pero no tiene que estar enmendado.

 

- ¿Alguno de tus colegas te defendió en forma pública?

- Nadie.


- ¿Esperas que lo hagan?

- Yo de la policía no espero nada.


- ¿Cómo te enteraste de la desaparición de Luciano?

- Cuando entro al servicio, al día siguiente (N de los R.: 1 de febrero de 2009 en el mismo destacamento de Lomas del Mirador), me comentaron.

 

- Desde que lo detienen a Luciano hasta que desaparece, la familia denunció que lo demoraron otras veces y que la policía lo perseguía. ¿En ese lapso volviste a verlo?

- Tenés la comisaría de Don Bosco. En esa comisaría tiene más entradas que en el destacamento, en el destacamento tiene una sola entrada. Es la del día del robo de los celulares. Después las otras son en la comisaría de Don Bosco.


- La última vez que lo vieron estuvo detenido en el destacamento. Amigos y familiares sostienen que lo golpearon hasta asesinarlo y luego "borraron las pruebas".
- Después que pasa la desaparición, al tiempo, dicen que la policía lo golpeó y que lo maltrató. Hasta dijeron que lo enterraron en el fondo del destacamento. Hicieron pericias y no encontraron nada.


- ¿Para vos la policía está relacionada con la desaparición de Luciano?

- No.

 

Para la propia Justicia, eso está por verse. En febrero de este año, el ministro de Seguridad y Justicia de la provincia de Buenos Aires Ricardo Casal separó de sus cargos a ocho policías implicados en la desaparición de Luciano. Se trata de los subcomisarios Néstor Díaz y Ariel Herrera, los subtenientes Oscar Fecter y Daniel Alberto Vázquez, y los oficiales Martín Monte, Damián Sotelo, José Márquez y Hernán Zeliz. Ellos se desempeñaban en Lomas del Mirador. Sin embargo, ninguno está privado de la libertad.


- ¿Te preguntás por qué sos el único detenido?

- Todo el tiempo. Pero no le encuentro lógica. Porque si bien hay policías fuera de su cargo, ese día (cuando detienen a Luciano por primera vez) éramos dos policías, pero estoy solamente yo preso. Mi lógica es que es todo política. Por eso tantas negativas a las cosas que presentó mi abogado. A mí el día 7 (de enero de 2013) me tenían que detener sí o sí. Porque ya estaba todo armado para el 8. Yo el día 8 salí en todos los medios. Esto lo empecé a pensar después que vino el baldazo. No tengo nada que ver y no entiendo por qué estoy preso. Hay muchas cosas que te hacen pensar de qué va de la causa, mí causa. Porque yo en la desaparición del chico no tengo nada que ver.


- ¿Por qué pensás que te detienen a vos y no a los policías que están imputados por la desaparición de Luciano?

- Ni idea. Creo que debe ser mucha presión meter a ocho tipos presos por nada, que meter a uno. Más como viene esto políticamente.


- ¿A qué te referís con “políticamente”?

- Esto viene desde arriba. Generalizo cuando digo “la política”. Este año están las elecciones y demás. Viene desde el entorno de la policía. Es lo que tengo entendido. Esta gente (la familia de Arruga) se reunió con Casal un tiempo antes de que me detengan a mí para buscar una solución y ver qué pasaba con el tema del chico. Era una presión para ellos e hicieron esto. Armaron una gran mentira y acá estoy yo.


- Además de político, ¿crees que algún sector de la policía busca cubrirse las espaldas con vos?

- Cuando me detienen, mi abogado pide la excarcelación y me salen haciendo un informe ambiental trucho. La misma policía local de mi casa, en Varela. Lo inventaron. Se tenía que hacer la certificación del domicilio y dijeron que el domicilio que aporté no correspondía. Que no vivía ahí y hace 32 años que vivo ahí. Siempre di ese domicilio. Nunca fueron a mi casa. Pusieron que el lugar donde vivía era un descampado con una casilla de madera, cuando ahí vive mi papá, mi mamá y mis hermanos. Todo el barrio la conoce. Eso lo hizo la 4ª de Varela, que recibió una orden de arriba. SI me iba a los cinco días, calculo que iban a tener repercusiones a nivel político. ¿Cuál es la forma de dejarme detenido? Inventando todo. Mi mamá dice, 'cómo puede ser que la misma policía haga esto'.


El viernes 6 de septiembre, el abogado Hugo Antonino Alegre, quien defiende a Torales, realizó un nuevo pedido de excarcelación. Pero le fue denegado. “Desde la fiscalía dijeron que había peligros procesales, que él podría ayudar a quienes supuestamente están prófugos. Que no es tal la situación, porque la fiscalía tiene los datos de las personas que estaban en el destacamento el día que detienen a Arruga”, sostuvo el letrado a este medio y agregó: “En realidad, no están buscando a nadie. No sé por qué se habla de prófugos. Supuestamente, en un momento se habla de que dos sujetos tenían a Arruga mientras Torales lo torturaba. Los policías en cuestión son Emiliano José Márquez y Sosa. Hace cinco años que la fiscalía tiene esos nombres, si querían escaparse, podrían haberlo hecho”.


Desde el Juzgado de Garantías Nº5 de La Matanza, confirmaron la decisión tomada por Banco. “El juez entendió que la causa está en plena investigación y por eso niega la excarcelación”, relató una alta fuente judicial. “La magnitud de la pena y las características del hecho (que incluya personas sin identificar, menores y la función de Torales como miembro de la Fuerza) lo llevó a (Banco) a revocar la domiciliaria también”. Los datos figuran en la Investigación Penal Preparatoria 15.475. A raíz de ello se advierte que, en caso de encontrarlo culpable, “la condena va a ser por cumplimiento efectivo”.


Tanto Márquez como Sosa son protagonistas en distintas partes del caso. El primero es uno de los ocho policías separados en el marco de la desaparición del joven. El segundo, en tanto, fue mencionado en una las declaraciones testimoniales por Oscar Horacio Apud, un amigo de Luciano. Según Apud, Sosa los había amenazado con que les “iban a hacer comer un garrón”.


- Sosa trabajaba en el destacamento. Recorría en patrullero. Lo que hace en la calle, no me entero. No sé a quién paraban o con quién hablaba.


- ¿Sosa trabajó la noche del 31?
- No me acuerdo.


- ¿Conocés a alguno de los ocho policías señalados en la causa?

- Sí, son los que trabajaban conmigo en el destacamento.

 

- ¿Al otro día de la desaparición había manchas de sangre o ropa en el destacamento?

- No, nada. Nada fuera de lo normal.


- Los días posteriores al 31 de enero, ¿hablaron entre ustedes sobre la desaparición de Luciano?

- No, nada. Después de la desaparición estuvimos un tiempo más en el destacamento y fuimos derivados todos a distintos lugares. A mí me trasladaron a la comisaría de Castillo y nunca más supe nada. Cuando no tenés nada que ver con el tema… hasta principio de año.

- ¿Te sentís, como se dice en la jerga, "un perejil"?

- Si, tal cual. Olvidate, después de todo esto y hablando con varias personas, conocidos y demás, te dicen que es una pantomima. Soy un perejil, un chivo expiatorio. No sé qué quieren lograr conmigo. Esto a mi me arruinó la vida. Y mi carrera laboral. Es algo loco.

 

- ¿Hablaste con Chapero de aquel día?

- No, nunca. Esto resurgió cuando me detuvieron a mí, que nadie entendía nada. Ni siquiera la denunciaron. Ella declaró, pero ni la tomaron en cuenta. La hicieron declarar porque la mencioné.


- ¿Les guardás rencor a los ocho policías imputados?

- No, para nada. Esto es una gran mentira. Me da cosa que me ensucien a mí por algo que no hice. Me perjudicaron en todo sentido. Mi persona, mi familia y mis hijas. Y considero que, a comparación de mi causa, la de ellos es más grave. Y no hay nada.


- ¿Por qué nunca habías hablado con los medios?

- Porque los medios me dijeron que un policía no vende en este caso.


- La familia de Luciano está destrozada: ¿Te ponés en el lugar de ellos?

- Yo soy padre y si a mi hija le pasara lo mismo buscaría la solución por cualquier lado. Pero no ensuciando a la gente y sabiendo que lo que dijeron es una mentira.


- ¿Volverías a trabajar como policía?

- Si porque no tengo nada que ver. Yo ser policía lo llevo desde chiquito. Es muy triste que mi mamá me vaya a ver desde chico a un liceo y ahora a una unidad.

 

Su teléfono vuelve a sonar. Pese a que está algo ocupada, Vanesa Orieta atiende sin meditarlo. Cualquier novedad referida a su hermano "es de mucha importancia". Al enterarse que Torales decidió hablar en forma pública para 24CON, ella reflexionó: "Esto es algo que su conciencia y la Justicia deben definir".

 

 

10 de septiembre de 2013

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