La Auditoría Interna de la Policía Bonaerense detuvo el miércoles en su casa al subteniente Leandro Matías Beauvais, titular hasta entonces de la Comisaría 1° de Almirante Brown, y lo desafectó de manera preventiva. Al intervenirle el teléfono, los investigadores se toparon con una trama aún más compleja y hasta reconocieron a una mujer que había protagonizado un hecho por demás tragicómico.
Beauvais le brindaba protección policial a Jacqueline Sabrina Jara en Villa Betharram para que pudiera liderar con tranquilidad una banda de narcotraficantes. Ella era la cabeza de la organización desde que su exmarido, ahora en la cárcel, fue imputado como sicario.
El juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, le solicitó a la Policía de la Ciudad el arresto de Jacqueline, su nueva pareja, el policía y otras nueve personas, entre mayoristas, distribuidores y vendedores de la banda, según le confirmaron dos fuentes de la causa a TN.com.ar. Pero Jara y su novio, Walter Gustavo Vallejos, que trabajó en tres empresas de seguridad privada, están prófugos.
El magistrado ordenó allanamientos en Villa Betharram, Quilmes, Villa 31 y Floresta. En uno de esos operativos, los investigadores encontraron 30 kilos de cocaína. Con ese decomiso, el juzgado alcanzó la marca de casi 1.000 kilos de cocaína secuestrada en todo 2018.
Jacqueline no lo sabía, pero desde mitad de 2017 ya era investigada, cuando por aquella época increpó a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, al ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, y al intendente anfitrión, Mariano Cascallares, mientras recorrían justamente Villa Betharram.
En ese momento, la narcotraficante, que se presentó como una vecina más, le reprochó a los tres por la inseguridad y el narcotráfico en su barrio, según recordaron dos fuentes ante este sitio.
Esa catarata de gritos a la Gobernadora tenía un trasfondo: Jacqueline estaba furiosa por la detención de su marido y otros narcotraficantes de la zona. Por eso, a través de Beauvais, intentó blindarse: la mujer comenzó a pasarle información al policía para que desbaratara a las bandas que competían por adueñarse del negocio en Almirante Brown.
El subteniente, por su parte, aprovechó esa relación para hacer su propio negocio: los investigadores sospechan que se quedaba con parte de la droga incautada a organizaciones rivales de los prófugos Jara y Vallejos.