"No tenía idea de que la Presidenta me conocía"
Robertito Funes, el cronista "todo terreno" de C5N, contó su infancia como tataranieto del Perito Moreno, su pasado de bailarín y su encuentro con el Papa Francisco y CFK. "Feinmann no se enojó por eso", asegura.
Aunque ya tiene 36 años, todos lo siguen llamando Robertito. O al menos lo hacían hasta que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante su encuentro con el Papa Francisco, lo llamó por su nombre y apellido: Roberto Funes Ugarte. La cobertura de esa y otras noticias de relevancia internacional fueron las que llevaron a este periodista a convertirse en el “cronista estrella” de la señal C5N, que además se ganó la simpatía del público por el carisma y la desfachatez que caracterizan cada una de sus salidas al aire, ya sean desde el estudio o desde algún lejano lugar del mundo.
El actual columnista de “El Diario” y otros programas de la emisora vino a vivir solo a Buenos Aires a los 17 años, pero nació y se crió en Mendoza con sus hermanos menores. “Siempre quise ser periodista, pero me costó bastante, porque mi familia era muy tradicional. No me dejaban venir acá, creían que todo lo que tenía que ver con los medios era basura. Me educaron marcado por cierto tipo de pruritos que no se podían pasar, y yo los pasé a todos. No me importaba nada y rompí con ese esquema”, cuenta en charla con 24CON.
Así, dejó la carrera de Derecho en la Universidad de Mendoza – donde lo habían metido “de prepo” durante un año –, se mudó a la gran ciudad y se puso a estudiar Periodismo en la UCA. Para pagarse esos estudios, hizo de todo: trabajó en Pizza Hut, grabó publicidades, animó fiestas y llegó hasta América TV, donde fue notero y bailarín de “Movete”, el ciclo que primero condujo Georgina Barbarossa y luego Carmen Barbieri. En paralelo, escribió en diversos medios de Editorial Atlántida, por una pasantía de la universidad.
Las ganas de recorrer el mundo no llegaron a su vida cuando se hizo conocido: ya desde joven, Robertito se acostumbró a viajar. En el 2000, se fue a Estados Unidos, donde trabajó en las cadenas Univisión y Telemundo. De allí desembarcó en España, haciendo notas desde Barcelona para un programa. La siguiente parada – de tres años – fue en México: Televisa lo hacía visitar y recorrer países, como parte de un ciclo de turismo.
Al volver a Argentina en 2005, trabajó para las revistas Caras y Luz. Hasta que, a fines de 2008, tras otro paso por Mexico - donde fue productor y editor en importantes publicaciones de moda -, se decidió a hacer una jugada arriesgada: le mandó un mensaje por Facebook a Daniel Hadad, por entonces dueño de C5N. El empresario no sólo le respondió, sino que le dio una entrevista y terminó contratándolo para el trabajo que realiza desde hace cinco años. Hace dos, además, fue incorporado a CNN en Español, como corresponsal de entretenimiento.
Y a pesar de todo lo que hiciste, seguís siendo Robertito…
Y, sí. Me llamo Roberto Funes, como mi padre. En casa mis amigos me decían Robertito, pero era una cosa de chicos. Pero ahora, en el canal, me bautizaron Robertito nuevamente. No me molesta para nada.
¿Tampoco te molesta cuando hablan mal de vos en algunos programas?
(Con énfasis) ¡No!, no me molestan las críticas. No soy una persona que se enoje. A veces, cuando son hirientes sin fundamentos, no va. Pero me río de todo, a mí no me importa. El humor es un síntoma de la inteligencia. Todo me lo tomo con humor, si no, me muero.
¿Es verdad que sos descendiente del Perito Francisco Moreno?
Soy el tataranieto. Mi abuela, Leonor Moreno, era la nieta y se crió con él. Yo viví con mis abuelos, así que me metieron toda la historia en el bocho desde chiquito. El Perito siempre estaba metido en casa, de alguna u otra manera, en fotos, cuadros.... Y también en lo poco que dejó, que fue nada, porque se lo regaló todo a la patria. Hubiese pensado un poco en su descendencia, al menos un centímetro cuadrado nos hubiese dejado (risas). Pero bueno, no lo hizo. Lo aprovecha toda la gente, que es lo importante.
De todas las notas importantes que hiciste, ¿cuál fue la que más te marcó?
Hasta el momento, el encuentro con el Papa, absolutamente. Después, la cobertura de la asunción de Máxima como reina consorte de Holanda y el casamiento de los príncipes de Inglaterra (Guillermo y Kate), junto con la beatificación del Papa Juan Pablo II, que coincidió justo cuando me fui de la boda real. Fue todo en poco tiempo, en dos años.
¿Cómo fue ese encuentro - que quedó grabado - entre la Presidenta, el Papa Francisco, Eduardo Feinmann y vos?
Mirá, Eduardo fue a cubrir el Cónclave y yo fui en calidad de productor y periodista. Gracias a él, que tenía un contacto muy importante en El Vaticano, entramos a ver al Papa a Santa Marta y nos avisaron que venía la Presidenta. De todos los medios del mundo, los únicos que estábamos adentro éramos nosotros, con el camarógrafo. En eso pasa Cristina con su comitiva, la saludo y entramos con ella hacia la reunión. Cuando sale con Francisco, en ese pasillo que se ve en video, ella me mira. Yo estaba grabando todo con mi celular y le pedí al Santo Padre que nos mande un saludo para Argentina. Pero ella lo detiene del brazo, me señala y le dice: “Ese chico que está allí es Roberto Funes Ugarte, lo quiere mucho y lo quiere saludar”. Yo me quedé helado, no lo podía creer.
Jamás, no tenía idea de que me conocía. El hecho de que una Mandataria como Cristina me presente al Papa, estando yo ahí… ¡No entendía nada!
¿Y Feinmann se enojó por lo que pasó? Se lo notó medio descolocado en la situación…
Para nada, Eduardo es un un gran compañero y una persona muy generosa. Jamás, jamás en la vida me mencionó algo negativo respecto al tema. Al contrario: nos abrazamos y yo le agradecí que me llevase, porque yo llegué al Vaticano gracias a Eduardo Feinmann. Que quede claro eso: él fue el que propuso llevarme y el que me pidió que lo acompañara. No quedó pintado, dibujado ni nada. Feinmann hizo la nota con el Papa, la consiguió él. Lo mío vino como regalo del cielo.
¿Y la cobertura de la asunción de Máxima? En una nota, dijiste que tu sueño era estar cuando la nombraran reina…
Sí, lo de máxima me lo puse como meta y lo cumplí. Todo se puede en la vida. Yo antes pensaba que no se podía, decía: “No, este medio es muy difícil, hay tanto acomodo…”. Pero yo les debo todo a mis gerentes de noticias, Marcelo Salomone y Patricio Malagrino, que han confiado ciegamente en mí. Ellos dos me dieron todas las posibilidades, junto con las nuevas autoridades del canal. A mí nadie me regaló nada. No soy hijo de nadie del medio, no hice casting sábana de ningún tipo… Todo lo conseguí por mérito propio y porque mis productores me han ayudado. Nunca me dijeron lo que tengo que hacer o decir, trabajo con una libertad absoluta. Hoy eso suena raro, pero es así.
¿Qué te parece que es lo que le gusta a la gente de vos?
¿Vos decís que le gusto a la gente? (Risas) Que me reconozcan, se lo debo en parte a Beto Casella, que me ha pegado bastante en “Bendita” (risas). A mí me sorprende que me conozcan por la calle. Me dicen “¡Robertito!”, y me doy vuelta como diciendo: “¿Me están hablando a mí?”. Creo que la gente se dio cuenta de mi autenticidad, y de que no me la creo ni me la voy a creer jamás. Muestro lo que vivo de una manera natural, sin ser agrandado ni tilingo. Así como me mandan a cubrir a Máxima, voy a la fiesta popular del Carnaval de Lincoln con la misma alegría y no bajo ni un décimo de mi excelencia. No puedo, todo lo hago con la misma pasión.
¿Te considerás “todo terreno”?
Sí, soy todo terreno. Donde me manden, voy, no tengo ningún problema. Creo que mi trabajo lo hago con dignidad, fiel a mis convicciones. La dignidad la aprendí de mi madre, que la pasó muy feo en su vida y luchó mucho.
¿Por qué lo decís?
Ella se quedó sola cuando mis hermanos y yo éramos muy chicos. De ser una mujer en una muy buena posición y no levantar ni una servilleta para lavarla, tuvo que salir a trabajar en bicicleta, porque nos quedamos sin un centavo. Mi padre se fue y nos dejó en la quiebra. Esa dignidad que vi de mi familia materna, fue la que me impulsó a llegar donde estoy.
Siempre te vestís de una forma particular, que llama la atención. ¿Sos metrosexual, seguís la moda?
No, para nada. Sí me considero una persona extravagante. A mí me gustan las cosas lindas, todo lo estético. Tengo pantalones de todos los colores, me pongo lo que me queda bien, es simplemente eso. Exploto que tengo patas largas y flacas, y aprovecho, aunque no tengo gran estatura.
¿Estás en pareja?
¿Sabés que hay videos tuyos YouTube, de cuando eras más joven en?
Ah sí, de cuando bailaba. Es ridículo lo que dicen: “Mi pasado oscuro”. Yo no tengo ningún pasado oscuro que contar. En América, entré al staff de “Movete” a los 18 años, y bailaba y hacía notas. Con ese sueldo pagaba mi carrera, gané muchísima plata. No me avergüenzo, fue un trabajo muy digno. Los cantantes iban al programa, y a mí me hacían bailar atrás de ellos. Un día era Lía Crucet, otro día Rodrigo, otro Paulina Rubio, Chayanne… Bailé con todos.
¿Y el videoclip de “La Cachaca”, con Marixa Balli?
Eso fue porque Marixa fue a cantar al programa y le dijo al coreógrafo: “Che, me divierte ese chico que está ahí, el que se ríe y que va para cualquier lado”. Todos los pasos míos eran al revés de como tenían que ser. Por eso me ponían en el medio, porque era malísimo. Entonces, en el clip, me pusieron con una gorda y con Marixa a hacer La Cachaca.
Me da miedo preguntar qué otros videos tuyos podríamos llegar a encontrar…
Videos míos hay por todos lados (risas). No, de alto voltaje no hay nada. Ni publicados ni realizados… A algunos les sirve eso, a mí no. Tengo una vida muy transparente.
¿Estás por lanzar un libro?
Estoy ahí. Son mis memorias, de todo lo que he visto (risas). No, es un libro en el que cuento lo que pasa en las altas esferas de la sociedad, a manera de crónica. Mezclo un poco lo del Perito Moreno, con cosas que sé, con todo. Todo se relaciona.
Con todos los objetivos que cumpliste, ¿qué te queda por hacer?
¡Muchísimo! Ya ni sé lo que me queda por hacer. Recién empiezo. Mi próximo objetivo es conducir mi nuevo noticiero, que se viene en C5N. Yo no creo en las casualidades, si se me dio entrar al canal, fue porque tenía que estar acá y tenía que ser así. Soy una persona muy creyente, para mí todo me lo puso Dios en el camino. Él me dijo: “Mirá, Robertito, es por acá…”.
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