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Se entusiasmaron tanto, que antes de jugar, ya lo tildaban de ídolo. Hinchas de otros colores aconsejaban a sus rivales eternos que no se ilusionen con el personaje del momento porque, pese a su carisma, a Cristián Fabbiani le gustaba la noche y las mujeres, un cóctel que suele traer aparejado problemas en la cancha.
Sin embargo, nada de eso importó: el Ogro fichó y fue presentado en el Monumental como la nueva figura del alicaído plantel. Y, entonces, salió, junto al Muñeco Gallardo, vistiendo una camiseta con la inscripción “Por amor a River”. Una dedicatoria que llegó directo al corazón de los riverplatenses.
El debut fue allá por el Clausura 2009. Fue frente a Central. En esa oportunidad, el Ogro no estuvo entre los titulares (estaba muy gordo y había que ponerlo a punto –algo que nunca se logró-), pero el delantero hizo su gran entrada en el complemento y “la rompió”. En realidad, no hizo mucho: dijeron por ese entonces que su presencia intimidaba a los rivales. No anotó goles, pero su equipo ganó por 2 tantos a 1.
El torneo Clausura continuó su marcha y River su desgracia. Fabbiani no brillaba o, siquiera, jugaba de manera aceptable. Al principio, el enamoramiento produjo que los hinchas lo banquen: primero, le exigían goles y, como los goles no llegaron, le pidieron liderazgo, un pase magistral…algo. Aunque nada de eso pasó, los hinchas lo justificaban y esperaban pacientes el destape del goleador (claro que después se dijo que, en realidad, no era ese su papel).
Desde que pisó el club, las caretas del Ogro fueron furor, pero de a poco, comenzaron a desaparecer de las gradas. El amor se convirtió en fastidio, en demanda y en decepción. Otra vez, los fanáticos habían salido heridos del idilio. Cuando la gota rebalsó el vaso, el ogro se llevó el dedo a la boca, pidiendo silencio a los plateístas. El ademán terminó por romper el romance. Pero el globo de Fabbiani se infló tanto que todavía figura en la Wikipedia como “El ídolo de River”.
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En River, el Ogro duró 10 meses, en la vida de Vanucci, seis. Desde que se casaron, el hombre de Ciudad Evita dejó mucho que desear por su comportamiento, incluso, llegó a complicar la carrera de su mujer al pelearse con Jorge Rial. Días atrás, ella explotó y tiró los CDs del jugador por la ventana.
A Vanucci también le deben haber advertido de las picardías nocturnas de su ahora ex marido. Pero la oriunda de Ituzaingó, habrá hecho oídos sordos, hasta que la vista le abrió los ojos: el Ogro fue pescado “in fraganti” en plena danza de apareamiento dedicada a una cantante de cumbia. Fin del romance. Y, hay que decirlo, Amalia Granata tenía razón.
Fabbiani decepcionó a River y a Vanucci. Con él, el sueño de River estalló en mil pedazos, el de Vanucci también. “River me regala”, dijo cuando la dirigencia apuró los trámites para deshacerse de él. ¿Dirá lo mismo de su ex esposa o se hará cargo del error?