24CON – En carne viva
Drogan, secuestran y obligan a tener sexo a dos hermanas
“Estaba en plena rebeldía” y decidió irse de su casa. Al salir le dijo a Natalia que se “iba unos días a lo de una amiga” y no volvió más.
Al principio su huída no generó tanta preocupación. De hecho, no era la primera vez que Romina se iba de su casa. “Se había ido y a la semana volvió. Siempre la comprendimos porque estaba en plena adolescencia”, reconoce Natalia sollozando y con la voz entrecortada (en línea) al contar que tuvo que poner su cuerpo para saber donde estaba su hermana.
Romina “habría sido reclutada en una estación de servicio en el barrio cerca del cruce de Castelar”. El rostro impávido del juez al otro lado del teléfono no era casual. El magistrado ya tenía información de que “en la ruta 23 había menores ejerciendo la prostitución”. Informantes y agentes de investigaciones de la policía habían recibido denuncias sobre “movimientos extraños de chicas al borde de la ruta entre autos caros y camiones que paraban en el lugar”.
El mismo proxeneta que “levantó” a Romina puede ser el que llevó a Natalia a verla a cambio de sexo. Puede ser ese o pueden ser más.
Esta escena se repite en un costado y otro del conurbano, dónde la desprotección las transforma en niñas madres o esclavas de la prostitución. No siempre son menores, pero el cuadro es similar. Hace un par de meses mostramos en GPS a “Los fiolos uruguayos”. Se trataba de una red de rufianes que tenían prostitutas trabajando en Lomas de Zamora. Era tan evidente que hasta recibimos las felicitaciones de alguna fuerza armada que reconocía su “ineficacia por no descubrir algo tan evidente”. Por acción u omisión en este caso se movían con mucha impunidad y no hacía falta tener perspicacia o ser un gran investigador para ver a los autos con patentes uruguayas “manejando el negocio” de las chicas al costado del Camino de Cintura. Como siempre en estos casos, luego de probar el delito, fuimos a pedir explicaciones a los fiolos: salieron todos como ratas, menos uno que se atrevió a corrernos con fierro (un pedazo de caño) y hoy está preso.
Del sur al oeste, el Conurbano tiene estos vicios. Y surgen los que se atreven a secuestrar menores, sabiendo que hay perversos clientes que piden a las chicas, incluso, “hasta por delibery” como quien pide pizza o empanadas. “Organizan sus fiestitas” me dijo una fuente que investiga estos hechos.
Y ahí estaba Natalia, temblando frente al teléfono; denunciando que “había visto a su hermana en malas condiciones en una quinta”.
“No recuerda dónde está es el lugar, porque (además de ser obligada a tener sexo), parece que la drogaron”. Lo único que pudo precisar es que la casa dónde fue llevada antes de ir a la quinta “tiene frente de ladrillos a la vista de color rozado (dónde por las noches se divisa una luz de color en la mampostería) y funciona un lugar donde harían trabajar a niñas prostituyéndose y el sujeto mencionado sería el encargado del lugar”.
Eso dice el expediente.
Por ahora no hay más pistas. Natalia fue abusada y drogada a cambio de ver a su hermana Romina, quien fue vista por última vez hace algún tiempo. La jueza quiere encontrar a Natalia para poder llegar a su hermana, presuntamente secuestrada, pero la mayor nunca fue al juzgado. Nadie sabe nada de ambas. Natalia no volvió a llamar. Romina no volvió a su casa. La jueza sigue buscando la vivienda con ladrillos a la vista como aguja en un pajar. Un pajar de Natalias y Rominas en casas quintas, en fiestas privadas o en casas con luces de color.
Periodista. Cronista del Programa GPS. Especial para 24CON