General Rodríguez

Leprosos rebeldes quieren echar al director

El Sommer es el único leprosario del país. Dicen que los enfermos mueren por falta de atención y que el edificio está en ruinas. Presupuesto hay, pero no invierten allí. 24CON recorrió el lugar y esto es lo que vio.

Por Cecilia Di Lodovico
Para llegar al Hospital Sommer hay que atravesar una ruta (la 24) que parece un campo minado. Ubicado a, aproximadamente, unos 10 kilómetros de General Rodríguez, desde que su construcción era sólo un proyecto, recibió un fuerte rechazo de la comunidad y de las autoridades municipales de la época. Sin embargo, el 22 de noviembre de 1941, se inauguró con el nombre de Sanatorio Colonia Buenos Aires.

Tanta historia se plasma en cada una de los recovecos de edificaciones modelo. El problema es que, en muchos de los pabellones (a excepción de la flamante guardia –inaugurada hace semanas) el tiempo se quedó estancado: paredes y techos derruidos, estufas obsoletas y carencia de agua caliente para bañar a los internados. Un generador de luz que está al límite de su capacidad y endebles ventiladores para enfrentar el denso calor del verano. Como bromean los pacientes, “más que un hospital, parece Alcatraz”.

Detrás de un tractor y frente a la fachada del centro de salud, Miguel Ángel Padró, presidente de la Asociación de Internados, recibió a 24CON y explicó que la máquina agrícola cumplía la función de cerrarle el paso a las autoridades del Sommer, especialmente, al interventor Omar Moyano. “El hospital está funcionando a pleno”, aclaró Padró e indicó: “Lo que nosotros estamos haciendo es un reclamo al director porque nos faltan insumos, medicamentos, alimentan mal a los pacientes, han abandonado los pabellones, ni pañales hay”. Y hasta tildó a Moyano, nombrado como director en 2004, de “autoritario”. “Hemos recibido todo tipo de aprietes y amenazas por parte de las autoridades del hospitales y municipales, a través de la policía”, denunció el titular de la Asociación de Internados.

“El director nos discrimina y no nos habla. Hace obras faraónicas, mientras que otros sectores se caen a pedazos”, agregó Antonio Lugo, presidente del Centro de Jubilados local. “La comida llega fría a los enfermitos que están en la cama”, aseguró una de las manifestantes. Este es el grito de dignidad del Sommer". "Basta, ya sufrimos durante 67 años en silencio. Que se termine", exclaman al unísono los pacientes del leprosario condenado a la reclusión por la enfermedad medieval.

Contraste: la nueva sala de guardia y terapia intensiva.
“No es que nos hayamos encaprichado con Moyano, sino que estamos atravesando una realidad que nos afecta a todos. Es que hay dos hospitales, uno, que es el que él muestra por todos lados, que es el sector de guardia nuevo que está recién inaugurado –pero las paredes están agrietadas- y está el hospital que es el que nosotros padecemos. Colocaron más de 60 aparatos de aire acondicionado y calefactores en la parte de administración, pero donde están internados los pacientes no hay nada. En verano, se mueren de calor y en invierno, de frío. Encima, estamos a punto de quedarnos sin luz porque la usina no puede abastecer todo. Incluso, a la gente de la colonia, les cortan la luz todos los días”, apuntó Padró. “Por eso, queremos decirle al ministerio de Salud que no queremos más esta dirección en el hospital”.

De hecho, la dirección está de acuerdo con el reclamo de los pacientes ya que, en el boletín institucional de enero de 2009, establece que “los edificios que lo componen, por el paso del tiempo, el normal uso y la falta de mantenimiento preventivo a lo largo de los años, deben ser restaurados, remodelados y/o reconvertidos para su recuperación y adaptación a un Sommer Moderno y Funcional, no está exento de esto tampoco, las redes de servicio también colapsadas como la eléctrica, telefónica, agua, gas y cloaca, y esto solo puede ser realizado con una planificación profesional y a tiempo completo, es por eso que hemos decidido tercerizar bajo licitación estas grandes tareas y dejar a nuestro personal exclusivamente para el día a día”. Y es en este punto donde “rebasó el vaso”: “Nos están sacando de a poco el peculio y contratan a empresas para hacer el trabajo por el que ganábamos unas monedas”, reveló Lugo.

“En el Sommer hay alrededor de 400 internados y por su enfermedad necesitan estar en un lugar que sea limpio e higiénico, pero se están cayendo hasta las ventanas y no pueden vivir así. Dos pacientes muy graves pasaron todo el invierno con las ventanas de sus habitaciones rotas. Ambos, se murieron. Acá están abandonados porque los discriminan”, indicó una mujer que prefirió denominarse como “una testigo” y no dar a conocer su nombre. “En lugar de hacer esa obra faraónica deberían arreglar el lugar de internación”, reclamó Estela Salas. “Encima, las nuevas instalaciones tienen grietas, no tienen instaladas la parte eléctrica y no hay agua caliente. Algunas puertas no tienen picaportes, por lo que nos manejamos con vendas para abrirlas”.

En la recorrida, Mónica Mendoza, una de las responsables de los pabellones, justificó la rotura de los mosquiteros: “Están rotos porque los rompen los pacientes, se los arregla y los vuelven a romper”. La imagen de una tabla de madera dispuesta en el lugar donde debería haber un mosquitero habla por sí sola.

Una fuente municipal indicó que “el presupuesto del Sommer asciende a 58 millones de pesos anuales. La intendencia de General Rodríguez, tiene a disposición 69 millones”. En el predio del nosocomio, donde existen barrios de leprosos, residen alrededor de 5 mil personas, mientras que el partido cuenta con casi 120 mil habitantes. “Con esa plata, el Sommer debería ser un lujo”. Pero no lo es. Así, con todas estas deficiencias, se vive en el último leprosorio del país.

 

26 de agosto de 2009.

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