¿Se acaba la menstruación?
Las nuevas píldoras anticonceptivas permiten limitar el período menstrual a cuatro veces al año. ¿Son inocuas para la salud?
El resultado es que, con estas pastillas, las mujeres padecerían menos cánceres e incomodidades –derivados del hecho de menstruar demasiados años–, pero a la vez resignarían una instancia que siempre estuvo muy asociada a la identidad femenina.
El cambio lo está impulsando un fenómeno que se conoce como “el exceso de períodos”. En épocas preindustriales – de mediados del siglo XVIII hacia atrás –, las mujeres no tenían más de 100 ciclos femeninos a lo largo de su vida. La maternidad precoz, la tendencia a parir muchos hijos, una menopausia temprana y una baja esperanza de vida hacían que pudieran pasarse unos 90 meses sin período y vivieran el sangrado como algo no tan común.
Pero en la actualidad todas estas costumbres y realidades se dejaron de lado, y una mujer tiene cerca de 400 ciclos a lo largo de su existencia. Según médicos y antropólogos, nunca el cuerpo femenino tuvo tantos períodos como ahora.
Por eso es de esperar que haya mujeres, sobre todo de generaciones más jóvenes, que tomen distancia de una idea de feminidad históricamente arraigada: la que sostiene que los órganos genitales internos y las menstruaciones definen al ser femenino.
Si fuera por su condición “natural”, el organismo femenino debería engendrar un hijo por año. Desde el momento en que esto ya no pasa, los especialistas coinciden en que es correcto que la ciencia médica esté aprovechando la artificialidad de las píldoras en beneficio de las mujeres.
En la vereda opuesta, hay gente que rechaza la idea de suprimir el ciclo femenino porque consideran que es exigir a la mujer que sea como un hombre, y no aceptarla tal cual es.
Una encuesta realizada por los laboratorios Bayer revela que el 30% de las argentinas usa pastillas anticonceptivas, y de esa manera nuestro país está en cuarto lugar en el ranking de consumo, debajo de Francia (45% de las mujeres toma la píldora), Alemania (34%) y Brasil (31%).
En Europa y Estados Unidos, el consumo está tan masificado que incluso hay más de una variante farmacológica: existe la Seasondale (una píldora que hace menstruar sólo cuatro veces al año), los endoceptivos (que anulan íntegramente el sangrado) y también las pastillas clásicas, que reducen el ciclo a un evento simbólico.
Pero en nuestro país el mercado es mucho más reducido por razones culturales, ya que, para muchas argentinas, la menstruación es la forma de asegurarse que no hayan quedado embarazadas. Es común que aquí rechacen los anticonceptivos por miedo a la “paranoia” que puede surgirles de la falta de sangrado.
Además, asocian la falta de ciclo con la menopausia. Aunque esto se está modificando, y hoy hay toda una generación de chicas más jóvenes que lo vive de otra forma.
Fuente: Crítica Digital