Reflexiones sobre el "Día del Periodista"
La comunicación es primordial en la sociedad y el periodista forma parte de esta red que crece minuto a minuto.
Muchos son los que, conociendo mi oficio, me suelen palmear y nombrarme cómo parte del “cuarto poder”. Es mi costumbre contestar que en realidad es el quinto elemento, tierra, agua, fuego, aire e información.
En esta tarea de años fuimos conociendo diversas formas de poner la información, primero en papel, luego por otros medios.
Si bien todos los analistas refieren a la aparición de la imprenta como un paso fundamental para la instrucción del hombre, es mucho más valiosa la invención de la linotipo.
Con esa maquina se consiguió acortar los tiempos de armado de diarios y libros. Esta maravilla que fundía plomo para teclear letras, palabras, frases, un artículo integro facilitó llevar la publicación a las manos de la opinión pública, no en tiempo real, pero con la tinta fresca de la actualidad.
Tomar una fotografía era un arte, editarla una confección artesanal cuidadosa. Las posibilidades que ahora brinda un programa de texto, correcciones de ortografía y gramática. Contar palabras, búsqueda de sinónimos era un proceso de trabajo.
Hace solo quince años se elaboraba el artículo en papel pautado, o con mucha práctica arriesgar cubrir el espacio de cada página a pura intuición. Tantas palabras a dos espacios son un cuarto de página. Ciento sesenta espacios una página.
Hoy con los avances tecnológicos las publicaciones pueden ser consultadas desde cualquier computadora con acceso a Internet, podemos usar la espontaneidad de la noticia.
Este aspecto hace que nuestro oficio deba ser mas cuidadoso en lo que brinda, no se puede hacer periodismo de chismes, escándalos o de delitos. Acusar a la mañana, juzgar a la tarde y condenar al irse a dormir.
Es necesario capacitarse aprender las nuevas técnicas, nutriendo la inteligencia, estudiando para aplicar el conocimiento en que cada palabra refleje, nada más y nada menos, que la verdad.
Volviendo al copete. La figura de Mariano Moreno se exalta en cada oportunidad por este hito, la fundación del órgano de difusión de la revolución de Mayo. Junto con este hecho deberíamos recordar la anticipación de la revolución que hizo Moreno en su “Representación de los Hacendados” ante el Consulado o, cuando ejercía como Secretario de la Junta de Gobierno, la redacción del decreto de Supresión de Honores, aquel que decía en uno de sus párrafos (sic) “La libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente. Cualquier déspota puede obligar á sus esclavos, á que canten himnos á la libertad; y este cántico maquinal es muy compatible con las cadenas, y opresión de los que lo entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. ¿Si me considero igual á mis conciudadanos, porque me he de presentar de un modo, que les enseñe, que son menos que yo? Mi superioridad solo existe en el acto de exercer la magistratura, que se me ha confiado; en las demás funciones de la sociedad soy un ciudadano, sin derecho á otras consideraciones, que las que merezca por mis virtudes”. El decreto fue dictado el 6 de diciembre de 1810, publicado en la Gazeta dos días después.
Muchos son los que, conociendo mi oficio, me suelen palmear y nombrarme cómo parte del “cuarto poder”. Es mi costumbre contestar que en realidad es el quinto elemento, tierra, agua, fuego, aire e información.
En esta tarea de años fuimos conociendo diversas formas de poner la información, primero en papel, luego por otros medios.
Si bien todos los analistas refieren a la aparición de la imprenta como un paso fundamental para la instrucción del hombre, es mucho más valiosa la invención de la linotipo.
Con esa maquina se consiguió acortar los tiempos de armado de diarios y libros. Esta maravilla que fundía plomo para teclear letras, palabras, frases, un artículo integro facilitó llevar la publicación a las manos de la opinión pública, no en tiempo real, pero con la tinta fresca de la actualidad.
Tomar una fotografía era un arte, editarla una confección artesanal cuidadosa. Las posibilidades que ahora brinda un programa de texto, correcciones de ortografía y gramática. Contar palabras, búsqueda de sinónimos era un proceso de trabajo.
Hace solo quince años se elaboraba el artículo en papel pautado, o con mucha práctica arriesgar cubrir el espacio de cada página a pura intuición. Tantas palabras a dos espacios son un cuarto de página. Ciento sesenta espacios una página.
Hoy con los avances tecnológicos las publicaciones pueden ser consultadas desde cualquier computadora con acceso a Internet, podemos usar la espontaneidad de la noticia.
Este aspecto hace que nuestro oficio deba ser mas cuidadoso en lo que brinda, no se puede hacer periodismo de chismes, escándalos o de delitos. Acusar a la mañana, juzgar a la tarde y condenar al irse a dormir.
Es necesario capacitarse aprender las nuevas técnicas, nutriendo la inteligencia, estudiando para aplicar el conocimiento en que cada palabra refleje, nada más y nada menos, que la verdad.
Volviendo al copete. La figura de Mariano Moreno se exalta en cada oportunidad por este hito, la fundación del órgano de difusión de la revolución de Mayo. Junto con este hecho deberíamos recordar la anticipación de la revolución que hizo Moreno en su “Representación de los Hacendados” ante el Consulado o, cuando ejercía como Secretario de la Junta de Gobierno, la redacción del decreto de Supresión de Honores, aquel que decía en uno de sus párrafos (sic) “La libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente. Cualquier déspota puede obligar á sus esclavos, á que canten himnos á la libertad; y este cántico maquinal es muy compatible con las cadenas, y opresión de los que lo entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. ¿Si me considero igual á mis conciudadanos, porque me he de presentar de un modo, que les enseñe, que son menos que yo? Mi superioridad solo existe en el acto de exercer la magistratura, que se me ha confiado; en las demás funciones de la sociedad soy un ciudadano, sin derecho á otras consideraciones, que las que merezca por mis virtudes”. El decreto fue dictado el 6 de diciembre de 1810, publicado en la Gazeta dos días después.